viernes, 5 de octubre de 2012

Agentes y contextos socializadores: el papel de la televisión


¿Cuáles son los agentes de socialización? ¿Es la televisión uno de ellos? ¿Engendra peligros? ¿Qué razones podemos esgrimir para prescindir de ella?



Toda persona que nace y co-existe junto a otras en el seno de una sociedad concreta, necesita de un proceso que le permita alcanzar la condición de “ser social”. Este proceso, que en su más amplio sentido denominamos “proceso de socialización”, no surge de la nada, antes bien, de una serie de propósitos previos que serán llevados a la práctica por los que aquí denominamos agentes/contextos de socialización o agencias/contextos socializadores.


Los agentes y contextos socializadores “son los encargados de satisfacer las necesidades del niño e incorporarlo al grupo social. Entre estos están determinadas personas, algunas instituciones, los medios de comunicación social y otros instrumentos” (Palacios, Marchesi y Coll). Tradicionalmente se ha entendido que la familia y la escuela eran las agencias socializadoras por excelencia, a través de las que el niño entraba en contacto con el mundo que le rodeaba, y en el que más tarde debería desenvolverse autónomamente. Estas dos agencias, junto a la importancia del grupo de iguales para la socialización y desarrollo de niños y adolescentes, han formado parte durante largo tiempo de diferentes estudios pedagógicos. Sin embargo, hoy habitamos un mundo en el que los medios de comunicación (concretamente la televisión) forman parte de la vida cotidiana de cualquier persona, prácticamente desde el momento de su nacimiento.



En este sentido, debemos plantearnos una percepción más compleja de los medios de comunicación y la televisión como contextos socializadores. Estar atentos a la continua interacción entre televisión, familia, grupo de edad y procesos cognitivos individuales, pues generalmente se considera la televisión como una tecnología que viene de fuera y altera el contexto social tradicional, dificultando así un análisis más a fondo de la realidad social en que nos encontramos inmersos.



Así, de los medios de comunicación, la televisión es el más accesible para los niños, ya que está presente en la mayor parte de los hogares y no requiere de habilidades muy complejas para recibir la información, como sería, por ejemplo, leer. No pretendemos por ello negar la existencia y convivencia con el resto de medios, sino reflejar la importancia que la televisión ha adquirido en nuestras vidas, sobre todo por las razones que ahora señalamos: el volumen de horas diarias que niños y adolescentes le dedican; la consiguiente reducción de horas dedicadas a otras actividades (tanto escolares como extra-escolares), así como de la comunicación interpersonal; el gran impacto y seguimiento que genera en los menores; las preocupaciones a nivel social que se han ido generando debido al fuerte impacto anteriormente señalado; cotidianeidad: está totalmente integrada en la práctica totalidad de hogares, casi como un mueble más; accesibilidad: por ser un medio al que todos tenemos acceso y con el que convivimos a diario.



Sin duda, el papel de la televisión es destacable no sólo por su facilidad en el acceso sino sobre todo porque ejerce efectos sustantivos en la formación de los ciudadanos, en la configuración y transmisión de valores y actitudes. Es por ello que, hemos de hacernos conscientes de que junto a los beneficios aportados, también encierran ciertos peligros, efectos perniciosos que desde el mundo educativo hemos de considerar e intentar compensar. “La televisión no es sólo instrumento de comunicación; es también, a la vez, paideía, un instrumento “antropogenético”, un médium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano” (Sartori).



En palabras de Pérez Tornero el ambiente televisión es un ámbito de existencia, un espacio en el que habitamos, construimos nuestra intimidad y nuestras relaciones sociales y se teje la socialidad. Del mismo modo, Levine, afirma que la televisión se constituye en experiencia cultural compartida, donde todos los miembros de nuestra sociedad (independientemente de su sexo, edad, religión, etc.) se unen alrededor de ella. En este sentido, se afirma que estamos en un nuevo periodo o etapa histórica llamada sociedad del conocimiento o de la información, donde ésta resulta determinante para la vida cotidiana, llegando a otorgar altas cotas de poder a quienes fácilmente acceden a ella. Así, a través de los medios de comunicación entramos en contacto con determinadas informaciones, realidades (objetivas o no) que de otro modo, probablemente, nunca llegaríamos a conocer.



Tal y como plantea Pérez Tornero, de alguna manera, los medios se encargan de la construcción de nuestra propia identidad, tanto personal como social. Así, quienes minimizan el efecto de los medios dejan de reconocer, al menos, cuatro hechos fundamentales que caracterizan nuestra época: su completa mediatización: trabajo, conocimiento e intelecto; crecimiento expansivo del tiempo concedido a los medios; potencia de la economía mediática; enormes transformaciones de tiempos y espacios. A este respecto hay autores que incluso dan razones para prescindir del medio televisivo, aunque con algunas reservas. En este sentido, encontramos interesante la aportación de Esparza al respecto, cuando plantea ocho razones para prescindir de la televisión, y alguna para conservar dicho medio:

1) La televisión se ha emancipado: varios años de intenso ejercicio comercial han hecho que la tv deje de estar sometida a criterios ajenos a ella misma.;

2) En la televisión, el medio es el mensaje;

3) El medio es también el masaje: la televisión envía sus contenidos a una velocidad que nuestro cerebro no siempre puede digerir;

4) El mensaje televisivo tiende al empobrecimiento constante: la competencia comercial se establece en torno al objetivo de eliminar cualquier esfuerzo intelectual del espectador;

5) Para adultos (con reservas): los niños experimentan con mayor intensidad que los adultos el “efecto masaje” de la televisión y la alteración del sentido de la realidad que la tele transmite;

6) La televisión ha fracasado como instrumento educativo;

7) La televisión ha fracasado como terreno específico de la creación artística: la deriva comercial ha hecho que el consumo predomine sobre la creación;

8) La televisión ha fracasado como estímulo a la participación de los ciudadanos en la vida pública: la tele no quiere ciudadanos (persona), quiere espectadores (cifra de share).



De uno u otro modo, consideramos necesaria la intervención pedagógica, a partir siempre del conocimiento del medio, de aquellos aspectos que le caracterizan y la influencia que puede ejercer. Como señala De Bofarull, las siguientes ideas responden a características de la televisión que es necesario tener presentes a la hora de trabajar con ella: la televisión informa, pero de manera fragmentada; cuando el niño regresa al mundo, choca con la vulgaridad de la rutina de cada día; la televisión no requiere concentración, sólo apertura a la misma; la televisión puede convertirse en el refugio del mal estudiante y acentuar su fracaso escolar; la televisión empobrece la expresión oral de modo evidente.


Desde nuestra perspectiva, la televisión se ha constituido en uno de los contextos de socialización con mayor fuerza. Función muy significativa que vienen a compartir en cierta medida con la institución familiar y la escolar, que antes representaban, junto al grupo de iguales, los contextos básicos de socialización. Sin duda, el estudio del papel de la televisión en sí y su influencia socializadora resulta ser una ardua tarea a la hora de abordarla, pues no podemos simplificarla a unos consejos o recetas sino que debemos ir más allá, orientando hacia la complejidad que encierra el propio medio. En este sentido, afirma McLuhan “es más factible “presentar” la televisión como una compleja gestalt de datos reunidos”.





Extraído de
CÁNOVAS LEONHARDT, Paz y SAHUQUILLO MATEO, Piedad (2008). La influencia del medio televisivo en el proceso de socialización de la infancia. En SÁNCHEZ PERIS, Francesc J. (Coord.) Videojuegos: una herramienta educativa del “homo digitalis”. Revista Electrónica Teoría de la Educación: Educación y Cultura
En la Sociedad de la Información. Vol. 9, nº 3. Universidad de Salamanca
http://www.usal.es/~teoriaeducacion/rev_numero_09_03/n9_03_leonhardt_sauquillo.pdf





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