La educación del telespectador, en un contexto de escuela
activa y crítica, se fundamenta en las nuevas corrientes de investigación de la recepción. No puede
entenderse una formación crítica de los telespectadores en las aulas si no
partimos de un modelo de escuela crítica y activa, pero tampoco podrán
desarrollarse estrategias didácticas rigurosas si no se parte de propuestas
investigativas que surjan del conocimiento de los complejos procesos que los
televidentes ponen en marcha en su interacción con el medio televisivo. La
investigación nos conduce, por ello, a la necesidad de fomentar un espíritu
crítico en el análisis de los mensajes televisivos, en la línea planteada por
Piette en su trabajo doctoral Éducation aux médias et fonction critique,
aplicado al campo de la recepción comunicativa, ha sido defendido en múltiples
foros internacionales. La UNESCO, en su ya clásico texto L´éducation aux
médias, alude a la trascendencia de conjugar el sentido crítico y el gusto por
la comunicación.
Percepción, análisis
y lectura crítica del medio televisivo
Las cuestiones de la percepción televisiva, esto es, de qué
y cómo se aprende de la televisión, han generado interesantes teorías y líneas
de investigación sobre los niveles de aprendizaje que la televisión genera a
partir de su percepción. Especialmente quisiéramos destacar los clásicos
trabajos de Gavriel Salomon para el que la extracción de la información se
realiza a través de una negociación activa de los códigos del mensaje. Los
niveles de atención, comprensión y comportamiento están sujetos a la edad y la
experiencia así como otros factores que permiten una compleja evolución de la
actividad sensor-motorica, los estímulos verbales y visuales y las habilidades
perceptivas y emotivas.
Nuestro entendimiento del lenguaje de la televisión depende
en parte, como apunta Greenfield, del conocimiento que se tenga sobre el código
simbólico del medio. Así sugiere esta autora que «aprender a descifrar los símbolos del filme o de la televisión es algo
similar a aprender a leer. Las capacidades que ello exige no son tan
especializadas como las que se precisan para leer la palabra escrita, pero no
obstante son considerables».
Coincidimos con San Martín, cuando manifiesta que «la exposición al propio medio no basta para
que se desarrollen capacidades particulares; es decir, hay que generar en el
alumno capacidades cognitivas para leer y entender los mensajes». Por ello,
la escuela tiene que asumir responsabilidades para preparar a los alumnos a la
lectura de las imágenes, para comprender esos mensajes.
Siguiendo a Krasny, y dado que los medios activan procesos
mentales particularizados, es necesario plantearse el desarrollo de las
habilidades que potencien lo que este autor denomina la «literidad visual», esto es, «la
habilidad de leer en las imágenes, la vivacidad de su propia imaginería, su
capacidad de memorizar imágenes y generar imágenes por sí mismos, su sentido de
la belleza». Y como ya hemos indicado, para ello es fundamental la
intervención de la institución escolar. Chalvon, Corset y Souchon apuntan que
es «en la escuela donde se debería sobre
todo aprender a ver la
televisión. Y en primer lugar, a analizar sus códigos, ya que
se trata de reconsiderar todo lo que las emisiones de televisión dan como
natural y evidente, lo 'inverosímil' en que construyen sus sistemas de signos y
que ellos contribuyen de esta forma a difundir y a imponer. La finalidad es
llegar a una lectura consciente de las imágenes, donde lo implícito esté
explícito».
Educar a ver la
televisión: el telespectador activo
Desde distintos sectores sociales se ha defendido en los
últimos años la necesidad de educar a las nuevas generaciones a ver la
televisión como una tarea inaplazable. Así, desde las propias instancias
políticas, se ha afirmado que «es
fundamental formar telespectadores que no sean crédulos ante los mensajes que
emite la televisión, que no la divinicen ni tampoco la satanicen. En una
palabra, que sepan usarla, desentrañar sus lenguajes y convivir con ella desde
la crítica y la libertad» (Alborch).
Esta preocupación social e investigadora por la audiencia ha
impulsado con ímpetu la necesidad de formar telespectadores, educándolos a ver
la televisión desde el aula y del hogar. Ya desde una óptica escolar, la
clásica obra de Chalvon, Corset y Souchon, El
niño ante la televisión, proponía que «la
mejor solución es la formación del telespectador propuesta desde la escuela. No tanto para
intentar utilizar la televisión como un medio de expresión, sino para educar la
mirada del telespectador». Y añaden que «una mejor comprensión de la actitud del joven telespectador debe
desembocar en una práctica que podría consistir en formar un telespectador
activo [...]. Este hecho es nuevo y señala un cambio de actitud frente a la
televisión [...].
Es necesario superar, por tanto, el papel de simples
receptores pasivos, ya que se pretende ser usuario no sólo de un producto
terminado, sino también en proceso de elaboración.
Para ello, es necesario desarrollar propuestas concretas que
superen el nivel de los deseos y elaboren pautas de acción. Apunta Aguilar que
«necesitamos instrumentos que nos ayuden
a reflexionar de manera crítica sobre nuestra práctica de espectadores». En
este sentido, quisiéramos brevemente destacar algunos trabajos que consideramos
de notable interés en esta línea.
Greenfield recoge algunas experiencias de lo que «se puede hacer en las escuelas», a
través de cursos sobre la crítica de la televisión, desarrollados en diferentes
universidades americanas, «con la
finalidad de animar a los niños a establecer sus propios juicios respecto a la
realidad de lo que ven en la pequeña pantalla». En esta línea, también las
experiencias de Dorr y sus colaboradores demostraron que el trabajo para
desarrollar posturas más críticas ante la televisión tiene repercusiones en las
pautas de visionado de los niños y, sin duda, influyen en hacerlos unos
telespectadores más activos.
Bazalgette propone cuestiones relacionadas con el cómo
funcionan los medios, cómo producen significados, cómo están organizados y cómo
el público les da sentido; esto es, las áreas que ya hemos mencionado en el
capítulo primero de este trabajo: las agencias de los medios, sus categorías,
sus técnicas, sus lenguajes, sus públicos y sus representaciones.
También en el texto de Chalvon, Corset y Souchon se afirma
que con la educación del telespectador en el aula «no se trata de adquirir el conocimiento necesario de las diferentes
teorías sobre los procesos de comunicación y los modos específicos de su
expresión audiovisual, sino de permitir al telespectador dominar mejor su
práctica. Para ello propone reflexionar sobre las condiciones de la
recepción televisiva con un conjunto amplio de actividades e interrogantes que
«deberían llevar al joven a descubrirse a
sí mismo».
Autores:
Aguaded Gómez, José Ignacio y Díaz Gómez, Rocío:
"La formación de telespectadores críticos en educación
secundaria",
en Revista Latina de Comunicación Social 63. La Laguna
(Tenerife)
Dr. José Ignacio Aguaded Gómez
Profesor del Departamento de Educación Universidad de Huelva
(UHU).
Lic. Rocío Díaz Gómez
Doctoranda del Departamento de Educación. Universidad de
Huelva (UHU), España
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