miércoles, 12 de junio de 2013

Las Telenovelas: ¿Un género de "entretenimiento"?

¿Qué rol cumplen las telenovelas? ¿Es un simple entretenimiento? ¿Ejercen actos educativos? ¿Cómo podemos ver la comunicación? ¿Cómo transmisión de mensajes o creación de sentidos? Las siguientes reflexiones tienen mucha vigencia en la actualidad.


La división de los productos televisivos en ciertas categorías y la clasificación de las telenovelas como un género de entretenimiento, ayudan a entender ciertos aspectos de estos programas, como la jerarquía de “funciones” o de utilidades que priman, según la intencionalidad de los productores, en los diferentes tipos de programación.

Este tipo de clasificación está centrado en la intencionalidad de los emisores/ productores, y no toma directamente en cuenta a los telespectadores en la definición /clasificación que es hecha de estos productos. Los programas presentados en la televisión son, de este modo,            clasificados por sus propiedades “inherentes”, y cabe al telespectador tener suficiente sensibilidad o capacidad para reconocer y atenerse       a estas propiedades: cualquier lectura divergente es, en esta óptica, aberrante.

Desde esta perspectiva, un programa es educativo, o el público “puede” aprender de él, cuando es elaborado con la intencionalidad de enseñar. En otras palabras, el uso que se puede hacer de un programa está condicionado por sus propiedades inherentes/ intrínsecas, construidas y delimitadas intencionalmente por los productores. Asi, las telenovelas “deben” ser utilizadas para divertirse, y cualquier uso que no corresponda a eso será, por lo tanto, una “aberración”.

La clasificación de las telenovelas como “programación de entretenimiento” es aún más problemática o menos adecuada, si por entretenimiento se entienden solamente los aspectos fugaces, inconsecuentes y superficiales del placer, de la evasión y de la diversión. El énfasis exclusivo en los aspectos efímeros y frívolos restringe la dimensión y la complejidad de lo qué es y de cómo es vivido el descanso y el uso del tiempo libre en las sociedades contemporáneas. El acento en las consecuencias superficiales de este tipo de programación, además, sintoniza con un tipo de visión que considera la televisión apenas como un medio de transmisión (de señales, de símbolos, de informaciones, de datos), y que descuida los aspectos estéticos, culturales y sociales de la interacción que el público tiene con ella.

Una visión más amplia de lo que puede ser la “diversión” y el “entretenimiento” presentes en la interacción con programas como las telenovelas, puede ser desarrollada sobre la análisis de los aspectos rituales de la representación, de la actuación, de la performance y de la interacción cultural. En ese tipo de abordaje es posible identificar las representaciones ofrecidas por los géneros ficciones (como las telenovelas) como “metacommenti sociali”, como espejos activos que analizan los axiomas y los presupuestos de la estructura social y que, por el contacto visceral que mantienen con la estructura cultural y simbólica, generan espacios de frontera, limítrofes y de confín, entre lo que es la “realidad” y lo que es la fantasía. A ese respecto, por ejemplo, según Turner,

En la medida que se rescata la dimensión de limen, de brecha, de umbral y de transición entre estos dos dominios, Turner acentúa también la dimensión cultural y reflexiva del acto de entretener y de entretenerse, enfatizando los aspectos creativos y activos de transitar, de representar, de contemplar, de imaginarse y de reconocerse en la representación.

Rescatar los aspectos que posibiliten una visión menos reducida y simplista de lo que hay de placentero y de evasión en la recepción, permite recuperar lo que hay de productivo y de activo en el contacto con estos programas. De este modo, aunque se insista en enfatizar solamente las dimensiones de estos productos culturales que son admitidas y aceptadas por el sentido común, es decir, que las telenovelas sirven y deben ser usadas “solamente” para entretenerse y para divertirse, se puede, aún así, reconocer lo que hay de reflexivo, de productivo y de potencialmente subversivo en la construcción de significado y de sentido social, en el acto de “divertirse” y de “gozar” los momentos de frontera y de transición ofrecidos también por géneros populares como las telenovelas.

El público y el género telenovela
De acuerdo con los aportes hechos por la corriente de estudios de los Usos y Gratificaciones, McQuail, indica diversas posibilidades de uso o de motivaciones que conducen las personas a seguir lo que es ofrecido por los medios de comunicación: la búsqueda de información, de entretenimiento y de elementos/contenidos que contribuyan a la integración, a la interacción social y a la elaboración de la propia identidad personal. Roberts y Schramm, desde la misma corriente de estudios y también con relación al público receptor, afirman que el empleo de los medios como fuente de información, de entretenimiento y un tercer factor, su utilidad social (ofrece la oportunidad para reunirse), serían las tres principales razones que explicarían los usos de la televisión por parte de los niños. Advierten, sin embargo, que programas que usualmente no son clasificados como informativos, pueden ser considerados así por los receptores. Ejemplifican señalando que los niños clasifican la televisión educativa como “cuadrada”, como algo que los adultos han decidido que es bueno para ellas, pero que de hecho aprenden muchas veces a partir de lo que ven en los programas comerciales y en los programas clasificados como de entretenimiento. Para estos autores, lo que puede ser aprendido de los medios pictoriales es frecuentemente muy significativo. Los contenidos de fantasía contienen mucha información que puede ser importante para el niño. Dramas, misterios y programas de humor incluyen informaciones acerca de las costumbres, normas, actitudes y modos de comportamiento. Este material sobre lo que esperar del mundo social es algo que de hecho los niños necesitan realmente aprender.

En la tipología presentada por McQuail o en los motivos de consumo televisivo propuestos por Roberts y Schramm, el público receptor es visto como un conjunto de individuos que, en el contacto con la televisión, buscan determinadas características en la programación que satisfagan sus necesidades o expectativas personales (subjetivas o objetivas). En esta visión, que enfatiza la búsqueda de gratificaciones por parte de los telespectadores, los usos están condicionados por las características de la programación, que de acuerdo con el formato y el contenido que transmiten, ofrecen respuestas a los diferentes tipos de anhelos y demandas. Como en un supermercado, el “cliente” selecciona y adquiere el producto que, por sus características objetivas e intrínsecas, satisfagan mejor sus expectativas.

También enfatizando el punto de vista de los receptores, Kaplún sugiere que un importante instrumento operativo para el estudio de la recepción es el reconocimiento de los diferentes “modos de uso” -“telepasión”, “televisión-telón-de-fondo”, y “televisión-tapa-agujeros”- que se expresan en las diferentes formas de contacto o de interacción del público con lo que es presentado por la televisión. A diferencia del abordaje de McQuail y de Roberts y Schramm, al proponer estos tres modos de usar, el autor reconoce la importancia de las características de la programación, y una cierta autonomía a los receptores, en la medida que resalta como elementos que juegan un rol decisivo en los modos de uso o en los tipos de consumo televisivo, la relevancia de los gustos, de los códigos culturales y de los factores de ecología social.

Además de considerar la autonomía de uso por parte de los telespectadores, otros trabajos o corrientes de estudio ven el análisis de los usos de la televisión principalmente desde una perspectiva social. De esta manera, por ejemplo, en lugar de centrarse en las opciones individuales de los consumidores, se opta por tener como unidad de análisis la familia, y se verifica a partir de ahí cuáles son los aspectos que caracterizan los usos sociales de la televisión y de los diferentes tipos de programas que componen su palimpsesto. En lugar de centrar el eje del análisis sobre los individuos, esa otra perspectiva prioriza el aspecto social de los usos de la televisión a través de la contextualización del consumo televisivo. De este modo, se desplaza el eje del análisis desde aquello que propone el medio hacia la audiencia contextualizada, y se exploran las múltiples potencialidades de uso del medio y de sus géneros desde el punto de vista también de los usuarios.

Al desplazar el lugar del problema, cambia también la pregunta que se quiere responder: en este caso, cómo las audiencias apropian y resignifican los medios y los mensajes dentro de sus practicas sociales concretas. Además de recuperar el lugar de la audiencia en el proceso comunicativo, se va desde la concepción de la comunicación como transmisión de mensajes/informaciones, a la noción de comunicación como construcción social del sentido. Este otro tipo de abordaje del contacto entre el público y los productos de los medios recupera, de cierta forma, la relativa autonomía y la autoridad que tienen las audiencias no solamente de usar, sino también de jerarquizar las características y de participar en la definición de lo qué son y para qué sirven los programas que ellas consumen.

Este desplazamiento permite, por ejemplo, cuestionar la definición reducida de las telenovelas como programación de entretenimiento, en el sentido limitado del término, pues esta clasificación es oriunda de un tipo de análisis que se centra prioritariamente en las razones y en el punto de vista de los emisores, de los productores y de los analistas y “expertos”. Centrando la definición de los productos exclusivamente en este “lado” del proceso comunicativo, no se reconoce, o se menosprecia, el espacio de las audiencias en el proceso comunicativo, y su autoridad, como parte en ese proceso, de participar en la definición de los programas que ven. A la luz del desplazamiento, la cuestión que se propone es invertir el foco de la discusión: o sea, en lugar de explicar y catalogar las personas a partir de los programas que ellas ven, se propone comprender y explicar los programas, y en particular el género telenovela, también partiendo de la lectura y de la percepción que de ellos hacen sus receptores.

Consideraciones finales
El argumento de este artículo se refiere, en líneas generales, a la importancia conquistada por los medios de comunicación que, institucionalizándose, pasaron a compartir con otras instituciones la responsabilidad de producir, reproducir y distribuir el sentido y el conocimiento socialmente compartido. De modo específico, la atención se centra principalmente sobre la televisión, con la finalidad de reflexionar sobre como ella participa, también a través del género telenovela, en el proceso de producción y reproducción del conocimiento y de la construcción del sentido social, por medio de los cuales viabiliza la interacción y la integración de los sujetos en la sociedad.
Se sostiene que para entender lo que son actualmente las telenovelas es necesario hacer un doble movimiento de análisis, considerando sea los productos inscritos en este género y lo que de ellos dicen sus productores y emisores, como también los usos que de ellos hacen los telespectadores. En la visión aquí propuesta sobre el rol desempeñado por las telenovelas dentro de lo que es actualmente la televisión, la función social de estos programas podría ir mucho más allá de ser un simple momento en la jomada donde uno se desconecta de los problemas relevantes de la sociedad actual. Esta interpretación de las telenovelas se vincula a un tipo de visión que simplifica y reduce la significatividad social de los “momentos de descanso”, al enfatizar exclusivamente lo que puede haber de superfluo y de efímero en el placer, en el entretenimiento y en la distracción. La propuesta aquí formulada es que más que         “simplemente distraer”, los momentos disfrutados con las telenovelas pueden, de muchos modos, contribuir al cumplimento de los roles y funciones de formación social que la televisión, como un todo, desempeña.




Extraído de
Televisión, Telenovelas y la Construcción del Conocimiento en las Sociedades Contemporáneas.
Autora
Márcia Gomes Márquez
Socióloga de la PUC del Rio de Janeiro, Master en Maestría en Comunicación Social en la Universidad Javeriana de Bogotá y el Ph.D en Ciencias Sociales en la Universitá Gregoriana, Roma. Su especialidad es la Teoría de la Comunicación, con énfasis en los estudios de recepción con relación a los géneros populares.

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