Lo que mi alma siente yo no lo sé decir
Persigo la palabra y sólo encuentro un grito
Roto, inarticulado, que nadie quiere oír
Empezado el año escolar habrá que hacer algunas recomendaciones a los padres de familia para higienizar la mente de sus hijos en la etapa escolar, porque en casa está presente un visitante no deseado: el televisor.
Está demostrado fehacientemente que los niños le dedican más tiempo en ver programas televisivos que horas recibidas en clases. De tal manera que para la gran mayoría de ellos este aparato se ha convertido en su principal profesor, y esto es muy peligroso por los contenidos que se difunden a través de aquéllos. Hay que tener en cuenta que los niños aprenden mirando.
La televisión puede emitir ideas equivocadas sobre la realidad, porque proyecta un mundo y una sociedad que fue creado por quien hizo la información o película. Pero éstos difieren totalmente de lo real, siendo inalcanzable este concepto para el niño que ve televisión, mas no por ello menos ambicioso. Por ejemplo apreciamos en las producciones televisivas la tenencia de artículos de lujo, autos o actitudes de mundo que parecen gratuitas, entretenidas y agradables, pero que contagian rápidamente a los niños de cualquier nivel social. Como consecuencia de este fenómeno es que los niños reclamen subrepticiamente un cambio en su forma de vida: juguetes, zapatillas, modas, vivienda, entretenimientos, favoreciendo el consumismo, especialmente de un tipo o marca determinado, inclusive los lleva a la imitación en su forma de ser, hablar, vestirse o comportarse, confundiendo a los padres a la forma de comprender el presente y futuro de sus hijos.
En el deseo de proteger a los niños y proporcionarles un ambiente adecuado para su desarrollo, la televisión es considerada, tal como es en la actualidad, como una amenaza y un peligro, pues en su programación existen pocos espacios donde no haya violencia, agresividad, vocabulario soez, sensacionalismo, faltas de respeto, manipulación, invitación al consumo desmesurado, exhibicionismo, etc.
¿De qué me sirve educar a mis hijos en valores si luego los dejo ante las imágenes de la televisión, de los dibujos, de los anuncios?, se preguntan muchos padres de familia. Ellos hacen lo indecible buscando que cada vez sean mejores personas y un poco más sabios. Sin embargo todo es vano, pues nada impide que se ejerza una influencia tan notoria como las imágenes televisivas.
En los programas televisivos locales lo que más abunda son temas referidos al abuso de drogas, alcohol, violencia, sexualidad, cuestiones de género, esto hace que los niños queden impresionados, conceptualizándolos como algo común y corriente, por lo tanto aceptables. Lo que origina que en el futuro se muestren insensibles ante hechos delictivos o de violencia, o en el peor de los casos que, como está ocurriendo ya, sean ellos ya grandes mismos los protagonistas, por esta abrumadora mala influencia.
Además los estudiantes leen menos, y peor si de estudiar se trata, hechos que tendrán como respuesta negativa bajas calificaciones obtenidas en sus estudios.
Entonces, para contrarrestar deberán los padres permitirle a sus hijos ver diariamente dos horas, como tiempo máximo, sus programas favoritos, pero supervisándolos. Otra medida que debe tomarse en cuenta es que el niño no haga sus tareas cuando el televisor esté prendido y menos que un aparato de éstos se encuentre en su dormitorio. Utilice su televisor como un vehículo de enseñanza y no como un aparato para que sus niños se queden tranquilos o dormidos.
Otra forma de aprovechar las imágenes y sonidos es programándoles espacios tranquilos que le den a sus hijos tiempo suficiente para pensar acerca de lo que está viendo y absorber la información. Sin embargo, mucha acción, como la que hay en los programas de dibujos animados o series de acción/aventura, sólo los confundirán. Además, hay investigaciones que sugieren que los niños que ven programas violentos en la TV tienen más probabilidades de mostrar un comportamiento agresivo. Mantengan la violencia y el miedo alejados de los programas también.
Un reciente estudio analizó a un grupo de niños con acceso moderado a los programas televisivos que lo veían con el padre o la madre, tuvo como resultado el de un rendimiento académico mucho más alto que otros grupos investigados. Cuando estás junto a tu hijo le comunicas que lo que hace es importante para ti. Interrelaciónate con ellos mientras compartes esos gratos momentos de entretenimiento, ellos lo entenderán.
Autor
Jorge Sosa
http://www.cronicaviva.com.pe
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