De todas las pantallas analizadas, es la televisión la que
dispone de una mayor penetración social, con protagonismo en el espacio
doméstico familiar. La preponderancia del televisor se produce en el número de
aparatos y en el espacio familiar “estelar” (salón comedor). Sin embargo, las
nuevas plataformas de televisión (cable, satélite, TDT) no se han asentado
todavía en los domicilios, sigue prevaleciendo el reinado de la televisión en
abierto.
La pantalla que prefieren los padres para sus hijos es la
televisión y la que menos, los videojuegos. Sin embargo, la TV es en la que más
les preocupan los contenidos que puedan ver, seguida de Internet. Estas
preferencias están muy sujetas al grado de conocimiento que los propios padres
tienen de las pantallas. Es decir, si prefieren la televisión para sus hijos es
porque conocen más este medio, lo consumen más, y saben que programas y
contenidos emiten. Sin embargo, con el ordenador, los teléfonos móviles y los
videojuegos, los padres se sienten más inseguros, con menos información y menos
preparados, lo que les suscita desconfianza.
La mayor sensibilidad que existe en relación a lo que los
hijos pueden ver en la televisión es mayor por dos motivos: primero, debido a
su mayor penetración social y, segundo, porque es más fácil ejercer el control
de los contenidos. Sin embargo, con el ordenador se produce una situación muy
distinta. A los padres les resulta más difícil conocer los accesos que sus
hijos tienen en Internet, qué están viendo o escuchando, con quién hablan o se
interaccionan, o para qué usan el ordenador. Añadamos que desde Internet
también pueden ver la televisión, práctica cada vez más frecuente, lo que hace
más complejo este control.
El principal motivo por el que les gusta que sus hijos vean
la televisión es para que estén entretenidos, mientras que la principal razón
por la que utilizan Internet es para aprender o como medio para realizar las
tareas escolares; mientras que el móvil es para que estén localizados. Estas
funciones no se corresponden con los usos reales. Por ejemplo, mientras que los
padres piensan que el ordenador en la habitación sirve para hacer los deberes
escolares, en realidad se utiliza para comunicarse (messenger) y para el ocio
(juegos en red). De igual modo, el teléfono móvil se considera por parte de los
padres un medio de localización, cuando los hijos pueden engañarles diciéndoles
que se encuentran en un lugar, cuando están en otro distinto. Asimismo, pueden
llevar a cabo usos muy diferentes: SMS, juegos on-line, descargas, etc.
La mayoría de los padres suele controlar el consumo de los
contenidos televisivos que ven sus hijos. Entre los principales motivos que
argumentan, destacan los mensajes perjudiciales que pueden llegar a ver y que
les gusta conocer aquello a lo que sus hijos están expuestos. No obstante,
también hay padres que consideran que sus hijos tienen capacidad de decisión, a
pesar de su corta edad, y otros que afirman dejarles ver lo que quieran,
simplemente por el hecho de que permanezcan entretenidos.
La televisión es la pantalla a la que se destina más tiempo
en la explicación y comentario de los contenidos, dado que en el resto de
pantallas se produce una mayor diversificación. El medio televisivo al ser el
más conocido y “familiar” permite a padres e hijos una mayor mediación. Los
padres conocen los contenidos de la televisión, por tanto puede haber una conversación
familiar en torno a los contenidos vistos en compañía o en diferentes momentos.
Sin embargo, si bien la mitad de los padres ve la televisión con sus hijos, la
otra mitad no suele compartir ese tiempo con ellos y un considerable porcentaje
señala que sólo algunas veces permanece con ellos. Con el resto de pantallas el
consumo es diferente. Se produce de modo más individual, y los padres
desconocen los usos, gustos y preferencias de sus hijos.
La explicación durante el visionado televisivo es posible
por el conocimiento que tienen los padres de los contenidos y porque se produce
un consumo comunitario, lo que ocurre en menor medida durante la navegación Internet ,
el uso del Messenger, los usos on-line, los videojuegos y los teléfonos
móviles. El consumo en la Red es individual, lo que dificulta la explicación
durante el tiempo de consumo, también se produce un descenso de esta mediación
por el desconocimiento de los padres ya indicado. En cuanto a los videojuegos,
esta mediación es previa, lo que entendemos como una pauta preventiva, bien
antes de comprar el juego o bien al permitir el acceso al mismo.
Las nuevas tendencias apuntan a la convergencia de
pantallas, de modo que los jóvenes migran de la televisión a Internet porque
ven los contenidos televisivos desde la pantalla del ordenador. Del mismo modo,
se están produciendo pequeñas series para visionar desde los teléfonos móviles.
Estos indicadores marcarán otro tipo de preocupaciones en los padres, que
trascenderán el clásico y tradicional control de los contenidos, usos y tiempos
que sí permite la televisión analógica en los hogares concienciados.
Los hijos son los principales usuarios de las pantallas de
videoconsolas y ordenadores en el hogar; mientras que en la televisión son los
padres quienes controlan “el mando a distancia”. Los hijos tienen gustos
diferentes a los de sus padres y, en la mayoría de las ocasiones, comparten
tiempo de televisión que no es apto para ojos del menor por el hecho de que el
padre es quien decide la planificación televisiva, es decir, “quien lleva el
mando”. Por otra parte, el consumo televisivo de los padres excede al de los
hijos.
A todos los padres les preocupan los contenidos que sus
hijos consumen delante de cada una de las pantallas sujetas a estudio y en ningún
caso nos encontramos con ningún encuestado a quien no le preocupe o le interese
este tema. Cabe reiterar que los sujetos de la muestra fueron seleccionados de
grupos de padres que asistieron a sesiones de conferencias relativas al consumo
sano de pantallas y, por tanto, estaban ya predispuestos y sensibilizados con
el tema objeto de estudio. Los padres se atribuyen la labor de guiar a sus
hijos en el buen uso de las pantallas. De hecho, señalan que suelen orientar de
manera habitual a sus hijos a este respecto. Sin embargo, en su mayoría, asumen
que esa competencia debe ser compartida también con la escuela. Y una cuarta
parte de los encuestados apuntan a que esta tarea debe ser fruto de una
colaboración entre familias, escuela y los propios medios de comunicación.
Extraído de
Consumos y mediaciones de familias y pantallasNuevos modelos y propuestas de convivencia
José Antonio Gabelas Barroso y Carmen Marta Lazo
Programa Pantallas Sanas
Diseñado por
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