¿Los medios de comunicación son simplemente intermediarios? ¿Qué intereses los mueven? Esta publicación reflexiona al respecto, y plantea una pregunta ¿Debe la escuela permanecer indiferente a este fenómeno?
Cuando hablamos de globalización, se piensa en un conjunto de
relaciones económicas, políticas y sociales que han modificado sustancialmente
a la estructura mundial.
Donde más claramente se nota estos cambios son en los medios
masivos de comunicación, a partir de los avances tecnológicos y de las modificaciones
políticas y económicas operadas en el nivel mundial.
La globalización en lo comunicacional se revela como una tendencia
hacia el establecimiento de una cultura global. Mensajes masivos, uniformes,
estandarizados son recibidos en el mismo momento por personas diferentes, en
distintos lugares del mundo. Esto provoca que la función originaria de la
comunicación social, la de transmitirlos mensajes generados por miembros de una
comunidad, se pervierta. Hoy los mensajes son generados y manipulados en un
lugar ajeno, por personas ajenas y con intereses ajenos a la comunidad que los
recibe. Esto se evidencia aún más en los países periféricos, como es el caso de
la Argentina.
En relación con este tema se está produciendo un vertiginoso
proceso de centralización y monopolización de los medios de comunicación, han
pasado de tener un rol estratégico, convirtiéndose en el área al que apuntan
las mayores inversiones económicas.
Para resguardar nuestra identidad social y cultural dentro
de un mundo globalizado, es necesario comprender y utilizar los avances
tecnológicos, de acuerdo a nuestros propios intereses.
Otro tema ligado a este es la creciente influencia de los medios
en la sociedad, en la política y en las instituciones.
Los medios están cumpliendo funciones que deberían
ejercerlas instituciones. Las crisis de las representaciones políticas y
sociales, el repliegue del estado han llevado a que la gente encuentre en ellos
un canal válido para expresar sus inquietudes y necesidades.
Muchas veces es a través de los medios que se instalan los temas
de la agenda política, pero estos surgen, a veces, desde el poder, otras de la
comunidad que recurren a ellos para realizar sus reclamos y otras, incluso,
surgen de los propios medios por motivos empresariales.
El circuito mediático está conformado por las empresas, los medios
y el público. Las empresas generan mensajes, pero reciben presiones del poder
económico y del poder político; el público recibe esos mensajes ya manipulados,
pero genera, al mismo tiempo, demandas a través del consumo. Y, por último, los
medios a través de los cuales se transmiten estos mensajes tampoco son neutros.
Es notorio que existe un proceso de monopolización, mediante
el cual grandes empresas están absorbiendo a los pequeños medios. Los medios masivos
de comunicación tienen cada vez mayor poder y tienen una influencia creciente
en la vida política nacional.
En la Argentina se advierte que grandes capitales transnacionales
asociados a empresarios argentinos han comprado y siguen comprando canales de
televisión, ondas de radio, diarios y revistas. La llamada "industria de
la cultura", esto es, la explotación comercial de los recursos de la
comunicación, se convirtió en una de las más atractivas inversiones de capital
y, consecuentemente, grandes corporaciones multinacionales pasaron a ser
propietarias de redes de comunicación y de empresas que fabrican equipamiento
para las mismas.
Por un lado la concentración mediática provoca una merma en las
programaciones locales, en detrimento de la difusión de la cultura y las tradiciones
de cada comunidad. Por el otro, el avance de la centralización ha puesto en
riesgo numerosas fuentes de trabajo de técnicos, empleados y profesionales de
los medios de esos poblaciones.
Los medios masivos de comunicación son parte constitutiva de
la vida política y su influencia crece junto a la vida democrática; es por ello
que se necesita una legislación con normas claras para no dejar a los medios a
los avatares de las reglas del mercado. El resultado del proceso de centralización
y concentración monopólica ha dejado reducido a dos corporaciones como únicos
propietarios de la mayoría de las empresas que operan los medios masivos de
comunicación. La opinión pública, la vida democrática, dependen de la mediación
que realizan estas corporaciones en el procesamiento de la reproducción de la
información y los valores culturales de la sociedad.
La libertad y la igualdad de oportunidades a la difusión debe
estar protegida de la voracidad del mercado, que en su lógica dineraria lleva a
la crematística como valor supremo y a la exclusión de aquellas opciones que no
participen del mismo.
Extraído de
Los medios
Autor: Verónica Cecilia Pralong