La televisión en muchos casos es la única compañía del niño y a veces se convierte en una especie de niñera, lo cual es muy preocupante, en momentos de establecer pautas de conducta ¿Qué riesgo acecha a los niños, al tener esta cuidadora?
Es evidente, que la TV es una fuente efectiva para la
creación y formación de actitudes en los niños, ya que desde temprana edad, son
sometidos a su influencia sin poseer otro tipo de información.
Según la teoría de socialización comunitaria de Erickson, es
entre los 2 y 6 años cuando se perfilan los sentimientos preferenciales hacia
la madre, padre, familiares y otras personas significativas; A través de este
proceso el niño adquiere habilidades y formas de comportarse en la sociedad. Es a partir
de los 4 a 5 años de edad, que se establecen los hábitos permanentes y las
características emocionales, jugando un papel decisivo la imitación y la identificación. Con
esto, se refiere a pautas de conducta y actitudes de las personas que los
rodean, esto llega a ocurrir incluso de manera inconsciente.
Los niños recurren a la televisión para satisfacer sus
necesidades de distracción, reducir las tensiones y como medio para obtener
información. Además de las motivaciones personales, podríamos agregar un factor
situacional externo al niño; la ve porque se la impone el medio, no le queda
otro remedio. Le es ofrecida en el ambiente del hogar y se le refuerza la
conducta de contemplación por los padres. En muchos casos es la única compañía
del niño y a veces se convierte en una especie de niñera.
Ver la televisión es incluso la actividad líder del niño,
gastan más tiempo viendo la TV que haciendo cualquier otra actividad que no sea
dormir. En promedios, los niños ven de 22 a 25 horas semanales de televisión.
En general, se puede decir que durante el transcurso del año, los niños pasan
más tiempo frente al televisor, que en la escuela. Es la TV, más
que cualquier otro medio, la que proporciona una base común de información en
las primeras fases de socialización del niño.
Los niños son excelentes imitadores, incluso durante los
primeros meses de vida. Aprenden a comer, vestirse, utilizar el sanitario e
interactúan con los demás. Ellos no son especialmente selectivos en lo que
imitan, por lo que a muchos padres se les recomienda que cuiden su vocabulario
cuando sus pequeños dicen una mala palabra en un momento de frustración. Aunque
la imitación no es el único mecanismo de aprendizaje que tienen los niños, es
el primero y sienta las bases de aprendizaje futuro. Como los niños imitan
permanentemente a la gente que los rodea, es lógico que también imiten a las
personas que ven en la televisión o en el cine.
Esto no es un problema que afecte solo a los niños, sino que
a menudo también influye en los adolescentes. A lo largo de la vida imitamos a
los demás para aprender cosas nuevas y reforzar nuestra identidad con un grupo
particular. Con cierta frecuencia se oyen historias acerca de niños que
terminan trágicamente, al imitar algún personaje que han visto en los medios de
comunicación. Por ejemplo: un niño de cinco años que le prendió fuego a su casa
y causó la muerte de su hermana de dos años, después de haber antisociales; un
grupo de adolescentes que causó un accidente al imitar la escena de una
película en la que varios jóvenes demuestran su valor acostándose sobre una
autopista; un niño de trece años que se disparó en la cabeza mientras estaba
jugando a la ruleta rusa que había visto en una película. Todas estas historias
son trágicas pero afortunadamente no se presentan muy a menudo.
La mayor parte de los niños no imitan tan fácilmente,
solamente escogen algunas imágenes, actitudes y valores. Cuando se sienten
frustrados, algunos niños lloran en un rincón, otros dan patadas y golpes, y
otros toman con calma su frustración.
Si tenemos en cuenta la composición de los programas,
debemos aceptar que la actual enseñanza incipiente se refiere a las formas del
crimen y a la ilegalidad, a la corrupción destructiva, a la exagerada
valoración de los bienes materiales con relación a los valores intelectuales y
culturales.
Estudios de la Universidad de Stanford han demostrado que un
niño medio de los EE.UU. ha presenciado, entre los 5 y los 14 años, veinte mil
crímenes violentos que han alimentado su aparato mental. Otro estudio demostró
que la TV ocupa el segundo lugar en el tiempo del niño, después de la escuela,
tomando como promedio cuatro horas diarias de su atención en días laborables.
Se ha investigado igualmente que la mayor parte de las series duran alrededor
de una hora y durante la mayor parte de la trama, los criminales realizan sus
fechorías con éxito, hasta que son castigados sólo en el momento final. Puesto
que la mayor parte de los niños menores de 8 años no sostienen la atención más
allá de media hora, aprenden en la película los procedimientos criminales sin
que lleguen a aprender la moraleja final. Además, a esa edad el niño no
distingue bien entre realidad y fantasía, entonces todas esas escenas pueden
almacenarse en la memoria como si hubiesen sido hechos reales. El crimen y la
violencia se tornan así en vivencias “normales” en la cotidianidad del niño.
Extraído de:
LA
INFLUENCIA DE LA NUEVA TELEVISIÓN EN LAS EMOCIONES Y EN LA EDUCACIÓN DE LOS
NIÑOS
Revista Internacional de Psicología
Dr. Serafín Aldea Muñoz
Director Departamento de Psicología Universidad de Soria