lunes, 19 de marzo de 2012

La televisión pregona versiones oficiales o sesgadas por conveniencias corporativas.

En los últimos años asistimos, en muchos países de Iberoamérica, y también de otros lugares, a una batalla muy dura, por el control de la información. Muchas veces son los medios concentrados, los que tienen capacidad de “fijar agenda”, instalando los temas acordes con sus intereses. Además de leyes que democraticen la propiedad de los medios, necesitamos una amplia “Alfabetización audiovisual”. Los siguientes párrafos tratan sobre los temas que pregona la televisión.



Cuando no hay exigencia social suficiente ni competencia entre distintas empresas televisoras, las estaciones que dominan el panorama mediático suelen mimetizarse con el interés del poder político. En ausencia de un pleno mercado comunicacional en donde tengan que mejorar su desempeño profesional para conservar o encontrar televidentes, los propietarios y operadores de las televisoras se limitan a ofrecer versiones oficiales de los acontecimientos públicos. Así sucede cuando a esas empresas les parece más conveniente contemporizar con el gobierno y/o con otras instituciones del Estado -el Congreso, el Poder Judicial, los partidos políticos, etcétera- antes que mostrar versiones originales de los hechos en los que se encuentran involucrados esos actores institucionales.

La independencia respecto de otros poderes es indispensable para un comportamiento auténticamente profesional de los medios de comunicación. Cuando no existe, los ciudadanos no pueden obtener en los medios la información suficiente y fidedigna que requieren acerca de los temas públicos que les interesan. La cultura cívica encuentra una de sus limitaciones más notorias en los sesgos que el interés comercial, o la conveniencia política, imponen al tratamiento de los asuntos públicos en el medio de mayor audiencia que es la televisión.

Qué hacer.
En condiciones distintas a las antes señaladas, con independencia y profesionalismo, la televisión podría ser un formidable instrumento tanto para observar, evaluar e incluso indagar al poder político. Los medios de comunicación, cuando tienen y quieren tener libertad suficiente, pueden investigar y develar errores y excesos del poder.

No es frecuente que la televisión asuma un papel activo en esas tareas. La investigación periodística acerca del funcionamiento de las instituciones políticas y el desempeño de quienes las encabezan, por lo general está a cargo de la prensa escrita. La trama del Watergate que desembocaría en la renuncia del presidente estadunidense Richard Nixon, fue indagada en 1972 por los reporteros de un diario —The Washington Post— y sólo paulatinamente encontró eco en los medios electrónicos. El formato conciso y llano de la televisión no es el más propicio para el periodismo de investigación, cuya exposición requiere de tiempo y espacio suficientes para ofrecer datos, antecedentes, entorno y peculiaridades de un acontecimiento. Sin embargo hay casos de buen periodismo de investigación tanto en televisoras públicas europeas —destacadamente, la BBC británica— como en la televisión comercial de Estados Unidos.


Extraído de
Televisión y educación para la ciudadanía

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