viernes, 21 de enero de 2011

Redes sociales, oportunidad y riesgo para los menores

La sociedad tiene el reto de convertir el uso masivo de internet entre los menores en un complemento positivo para su formación como personas


Entre la experiencia y la temeridad, el riesgo y la oportunidad, los menores españoles han encontrado en las redes sociales su verdadero alter ego. Desterrando tabús y con el ánimo de fomentar la relación sana con las nuevas tecnologías, el informe «Menores y Redes Sociales» nos muestra un panorama en el que la interacción de nuestros hijos con las nuevas tecnologías marca todos y cada uno de los aspectos de sus vidas. El estudio, realizado a través de 13.000 encuestas a menores de diez a dieciocho años, refleja que el 78% de los menores utiliza la red. De ellos, más de un tercio tiene dos o más perfiles en redes sociales y casi la mitad tiene su propio blog.



Las redes sociales contribuyen a la socialización de los menores



El trabajo, avalado por el Foro Generaciones Interactivas de la Fundación Telefónica y elaborado por los profesores de la Universidad de Navarra Xavier Bringué y Charo Sádaba, concluye que una vida social digital intensa refuerza los vínculos de los niños con sus iguales.



De acuerdo con los datos del estudio, los menores que utilizan redes sociales son más críticos y más conscientes de las oportunidades, pero también de los riesgos que encierra un uso intenso de las nuevas tecnologías: así mientras que el 65% de los jóvenes no usuarios de redes sociales declara no percibir riesgos en el uso de internet, solo el 40 por ciento de los internautas avanzados (con dos o más perfiles en comunidades virtuales) creen que navegar está exento de peligros.



Conductas temerarias



Sin embargo, el panorama no es ni mucho menos idílico para los jóvenes que navegan habitualmente en las redes sociales. Su mayor experiencia les expone mucho más y, según los datos del informe, llevan a cabo muchas más conductas peligrosas: exactamente, el 22 por ciento de ellos tiene hábitos arriesgados en la Red.



El 11% de los usuarios avanzados de redes sociales confiesan que no hay ningún problema porque desconocidos sepan sobre sus aficiones y el 17 por ciento de ellos confiesa que es divertido hablar con desconocidos a través de la red. La variable de sexo indica que los chicos se sienten más cómodos con actitudes de mayor apertura y exposición, que son las que más riesgos pueden implicar. En el caso de la edad, la tendencia que se observa es que cuanto más mayor es el individuo, mayor es su temeridad a la hora de compartir datos sobre aficiones y gustos personales.



Los datos confirman lo que el sentido común nos apunta. Las diferencias entre usuarios avanzados en redes sociales y aquellos que no lo son queda patente con el equipamiento doméstico con los que cuentan para utilizar las nuevas tecnologías. El porcentaje de menores activos en redes que tienen en su dormitorio un ordenador personal o una televisión supera al de los no activos en casi 15 puntos porcentuales.



Facebook, Tuenti, Twitter y tantas otras comunidades virtuales, convierten a nuestros niños en «seres sociales». Si bien el estudio de la Fundación Telefónica confirma que el uso de los diferentes soportes se realiza en solitario, se observa «una mayor intensidad en las relaciones "reales" con su entorno cercano de amigos», explica Xavier Bringué, autor del estudio corroborando su aportación con los datos: La mitad de los usuarios avanzados utiliza las redes sociales en compañía de sus amigos.



Rendimiento académico



El uso masivo de las redes sociales ¿influye en los resultados académinos de los menores? El informe «Menores y Redes Sociales? hace una aproximación a esta cuestión de especial trascendencia y demuestra que, si bien los niños que usan con mayor asiduidad estos foros de comunicación manifiestan mayor predisposición «a hacer las tareas escolares con la ayuda de internet, esta actitud no se traduce en un mayor rendimiento académico», concluye el profesor Bringué. Así se ve en los datos: a más perfiles en Facebook, peores notas.



El número de estudiantes que aprueban todas las asignaturas es notoriamente mayor entre aquellos que no usan las redes sociales: más del sesenta por ciento frente al 48% en el caso de los navegadores moderados y 44% en el caso de los usuarios avanzados. En todos los casos, las chicas obtienen mejores notas, una pauta que se repite para todas las edades. La sombra del fracaso escolar planea sobre el uso masivo de las comunidades de internet. El treinta por ciento de los chavales que navegan en las redes reconoce suspender más de tres asignaturas de forma habitual. En este sentido, la diferencia por edad y sexo es la siguiente: los suspensos crecen lógicamente según avanzan los cursos y la diferencia entre chicos y chicas se atenúa.



De individuos pasivos a internautas activos. Muchos de nuestros jóvenes, cada vez es mayor el número de niños que dan el salto de usuarios a creadores de contenidos. Según la investigación realizada sobre la Generación Interactiva en España, en primer lugar aparece la posibilidad de expresar la propia opinión, junto al hecho de poder compartir información con personas conocidas. «Al mismo tiempo —explican los autores del informe— crear contenidos digitales les permite darse a conocer, hacer nuevas amistades y escribir sobre sus gustos (generalmente las mujeres). Y es que la tecnología ha dejado de ser «cosa de chicos»: más de la mitad de los usuarios habituales de redes sociales tienen su propia página o blog propio, independientemente del sexo.



Respecto al grado de dependencia de la Red, los jóvenes encuestados confiesan ponerse nerviosos e incluso enfadarse cuando no pueden conectarse en un porcentaje que varía si son usuarios o no de las redes sociales. Los usuarios avanzados son los que manifiestan mayor dependencia: un 36% de ellos muestran una actitud negativa ante el hecho de no poder acceder a internet.



Pegados al móvil



Los llamados «nativos digitales» fueron antes la generación movilizada. El teléfono móvil es la pantalla estrella y la más característica entre los jóvenes españoles. «Las razones que explican esta afinidad son múltiples: los niños lo perciben como un utensilio realmente personal: es un dispositivo especial y, en cierto modo, aspiracional entre los más pequeños», comenta el autor del estudio. En España, un noventa por ciento de los menores a partir de los trece años tiene teléfono móvil. Este porcentaje es, además mayor si los niños son usuarios de redes sociales. Esta condición afecta también al tipo de dispositivo que manejan, según el informe, los chicos que utilizan redes sociales cuentan con teléfonos nuevos en mayor medida que los no usuarios.



La Fundación Telefónica presentó ayer el informe «Menores y Redes Sociales» en un concurrido aforo que contó con la presencia de Iñaki Urdangarín, presidente del Foro Generaciones Interactivas. El duque de Palma, durante su intervención, destacó la necesidad de trabajar para que las nuevas generaciones «usen las tecnologías del siglo XXI con libertad pero también con responsabilidad».



Las cifras



50% de los menores que navegan por redes sociales lo hace en compañía



40% de los menores que navegan por internet tienen su propio blog o página web



20% de los niños que usan redes sociales tienen restricciones paternas para colgar fotos



56% de los jóvenes registrados en alguna red social utiliza internet para compartir vídeos



40% de los usuarios de redes cree que no hay ningún riesgo en el uso de internet



70% de los menores que están en redes utiliza la tecnología como apoyo para el estudio



35% de los menores tienen dos o más perfiles en las distintas redes sociales



36% de los usuarios avanzados confiesa enfadarse cuando no puede usar internet



80% de los niños cree que internet es útil, ahorra tiempo y facilita la comunicación



22% de los chicos que navegan en comunidades virtuales tiene hábitos arriesgados



El control parental, clave del éxito



Las estrategias de mediación y el control parental son claves en el uso que nuestros menores hacen de Internet en general y de las redes sociales en particular.



Según el estudio, son los padres de los chavales no usuarios de las comunidades virtuales los que vigilan más de cerca actitudes arriesgadas como el hecho de colgar fotos o vídeos en Internet. Así, en el caso de los no usuarios, el 41% tienen un criterio claro de que en este comportamiento contraviene la normativa familiar de forma clara. Sin embargo, apenas dos de cada diez usuarios de redes reconoce tener esa restricción.



Autora



SARA CAMPELO / MADRID



http://www.abc.es/

miércoles, 19 de enero de 2011

Relacionan la "adicción a los videojuegos" con la depresión y la ansiedad en niños

Un estudio sugiere que los niños impulsivos o con dificultades de integración social son más propensos a pasar más horas jugando frente a las pantallas

Los investigadores recomiendan no más de dos horas de "tiempo de pantalla" al día


Un nuevo estudio encontró que los niños que son más propensos a volverse adictos a los videojuegos (lo que los investigadores llaman jugar videojuegos "patológicamente") son los que pasan mucho tiempo jugándolos, tienen problemas para encajar con otros niños y son más impulsivos que los niños no adictos. En cuanto se vuelven adictos a los videojuegos, los niños son más propensos a deprimirse, a sufrir ansiedad u otras fobias sociales. No sorprende, entonces, que los niños adictos a los videojuegos experimentaron un descenso en su rendimiento escolar.

"A partir de otros estudios sabíamos que la adicción a los videojuegos se parece a otras adicciones. Pero lo que no estaba claro es qué sucedía luego. Los juegos podrían ser un problema secundario. Tal vez los niños que son socialmente torpes, a quienes no les va bien en la escuela, se deprimen y entonces se refugian en los videojuegos. En realidad no sabíamos si los juegos eran importantes en sí, o qué ponía a los niños en riesgo de adicción", apuntó Douglas A. Gentile, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Utah en Ames.

El estudio no sólo reveló los factores de riesgo del juego patológico, "la sorpresa real vino de observar los resultados, porque habíamos supuesto que la depresión podía ser el problema real", explicó Gentile. "Pero encontramos que en los niños que comenzaban a jugar patológicamente, la depresión y la ansiedad empeoraban. Y cuando dejaban de jugar, la depresión se iba. Tal vez estos trastornos [coexistan], pero los juegos parecen empeorar el problema".

El 83 por ciento de los voluntarios del estudio publicado en la revista "Pediatrics" reportaron jugar videojuegos a veces, y otro diez por ciento dijo que habían jugado videojuegos antes. El tiempo promedio que pasaban jugando videojuegos era de 20.5 a 22.5 horas por semana.

Pero Gentile señaló que "jugar muchos videojuegos no es lo mismo que ser adicto. Algunos niños pueden jugar mucho sin que tenga un efecto sobre sus vidas. Podría ser adicción cuando se observan otras áreas de la vida del niño en que sufre. Los padres podrían notar que un niño no tiene los mismos amigos ya, o que juega videojuegos en su habitación todo el tiempo. O tal vez el rendimiento escolar sufra", comentó.

Jugar videojuegos más de treinta horas por semana, la falta de competencia social, empatía inferior al promedio y una mayor impulsividad contribuían a la adicción, encontraron los investigadores.

Gentile apuntó que los investigadores no están seguros de cómo los juegos contribuyen a la depresión, la ansiedad y otras fobias sociales, pero en este estudio "jugar precede a la depresión. No sabemos si en realidad es causal, pero jugar tiene un efecto propio, y no se puede simplemente ignorar el juego y tratar la depresión", apuntó.

Aunque jugar videojuegos patológicamente parece compartir varias características con otras conductas de adicción, como las apuestas patológicas, los investigadores señalaron que las "apuestas patológicas" aún no se han establecido como trastorno psicológico.

"Participar mucho en videojuegos puede hacerse adictivo, y los padres deben ser cautos sobre cuántas horas juegan los niños", aconsejó el doctor Richard Gallagher, director del Instituto de la Crianza del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad.

"En este estudio, parece que los niños que jugaban menos de 19 horas por semana no lo hacían de forma patológica, así que no más de dos horas al día", sugirió.

Pero Gallagher también enfatizó que el tiempo que pasan jugando es menos importante que el efecto de los juegos sobre el niño. "Si los juegos los atraen tanto que no participan en otras cosas, o hablan sobre los juegos y nada más, tal vez haya un problema", comentó.

Gentile también recomienda no más de dos horas de "tiempo de pantalla" al día, lo que concuerda con las directrices de la Academia Estadounidense de Pediatría. Y el tiempo frente a pantalla incluye la televisión, la computadora, los videojuegos e incluso los últimos reproductores de música y teléfonos electrónicos que tienen funciones parecidas a las computadoras.




Fuente: Health Day

http://www.rosario3.com/

viernes, 14 de enero de 2011

Generación búnker

Un 41% de los menores entre 11 y 16 años manifiesta síntomas de adicción a Internet. La prevención y las terapias proliferan en colegios y hospitales de toda España para evitar el riesgo de aislamiento social.


Se les empieza a conocer como adolescentes búnker por pasar horas aislados frente al ordenador y la televisión, más del 40% de su tiempo, según refleja el estudio del Defensor del Pueblo y Unicef Programación y contenidos de la televisión e Internet.

Son la generación de la brecha digital, los primeros que han nacido y crecido con Internet, pero desprovistos de un manual de instrucciones que les enseñe a manejar ese mundo inabarcable de la Red. Las consecuencias de que un menor se adentre en la Red sin la suficiente capacidad crítica como para hacer un uso racional de ella pueden ser graves: quedar con personas extrañas a quienes sólo se conoce a través de Internet (un 42% de los chavales tienen amigos sólo virtuales), recibir proposiciones sexuales, proporcionar datos personales a desconocidos o visionar contenidos sexistas, racistas o violentos, son algunos riesgos de los que habla el mencionado estudio.

Otro de estos peligros, el de sufrir insultos o malos tratos virtuales, ya tiene nombre, se llama cyberbullying y lo sufre casi un 12% de los menores. Aunque no se sabe si este tipo de conductas proliferarán, Ana Requesens, directora ejecutiva de la fundación Gaudium (para el estudio y prevención de las adicciones sin sustancia) afirma que "el ciberbullying avanza rápidamente en nuestro país", donde "antes de finales de año entrará en vigor su regulación como delito tipificado en el Código Penal". Requesens asegura que el uso de las nuevas tecnologías "está haciendo crecer la brecha digital entre generaciones". A veces los padres "no disponen de pautas básicas para el uso sano de estas tecnologías y para la detección de adicciones", por lo que está habiendo "un rápido aumento" de las consultas de padres preocupados "porque Internet, los videojuegos o el móvil están interfiriendo gravemente en la vida cotidiana de sus hijos".

Pero, ¿cuáles son los síntomas de este tipo de adicciones? Para Blas Bombín, psiquiatra, fundador y director del vallisoletano Centro Específico de Tratamiento y Rehabilitación de Adicciones Sociales (Cetras), comienzan por el aislamiento, la falta de motivación, el abandono de las tareas normales e incluso de la higiene, el bajo rendimiento escolar, la actitud negligente en los terrenos social y familiar, etcétera. Y pueden llegar a los trastornos alimenticios, cefaleas y problemas en la visión.

En su centro tratan, actualmente, 64 casos de adicción a Internet, móvil, videojuegos y televisión. Han llegado a ver situaciones extremas, como la de un chico que pasaba 22 horas diarias enganchado al móvil entre llamadas y SMS, y "apenas comía ni dormía", señala Bombín; o el de un adolescente que navegaba por Internet 16 horas al día. Es entonces cuando la adicción se convierte en una especie de cáncer que puede llegar a provocar intentos de suicidio



 



Por



IZARA BATRES tiempo@grupozeta.es



http://www.tiempodehoy.com/



 

jueves, 6 de enero de 2011

10 Estrategias de Manipulación

El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios.
1. La estrategia de la distracción.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad.
O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante.
¿Por qué?
“Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente.
El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.


Fuente
http://internalcomms.com.ar
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