¿Qué rol cumplen las
telenovelas? ¿Es un simple entretenimiento? ¿Ejercen actos educativos? ¿Cómo
podemos ver la comunicación? ¿Cómo transmisión de mensajes o creación de
sentidos? Las siguientes reflexiones tienen mucha vigencia en la actualidad.
La división de los productos televisivos en ciertas
categorías y la clasificación de las telenovelas como un género de
entretenimiento, ayudan a entender ciertos aspectos de estos programas, como la
jerarquía de “funciones” o de utilidades que priman, según la intencionalidad
de los productores, en los diferentes tipos de programación.
Este tipo de clasificación está centrado en la
intencionalidad de los emisores/ productores, y no toma directamente en cuenta
a los telespectadores en la definición /clasificación que es hecha de estos
productos. Los programas presentados en la televisión son, de este modo, clasificados por sus propiedades
“inherentes”, y cabe al telespectador tener suficiente sensibilidad o capacidad
para reconocer y atenerse a estas
propiedades: cualquier lectura divergente es, en esta óptica, aberrante.
Desde esta perspectiva, un programa es educativo, o el
público “puede” aprender de él, cuando es elaborado con la intencionalidad de
enseñar. En otras palabras, el uso que se puede hacer de un programa está
condicionado por sus propiedades inherentes/ intrínsecas, construidas y delimitadas
intencionalmente por los productores. Asi, las telenovelas “deben” ser
utilizadas para divertirse, y cualquier uso que no corresponda a eso será, por
lo tanto, una “aberración”.
La clasificación de las telenovelas como “programación de
entretenimiento” es aún más problemática o menos adecuada, si por
entretenimiento se entienden solamente los aspectos fugaces, inconsecuentes y
superficiales del placer, de la evasión y de la diversión. El
énfasis exclusivo en los aspectos efímeros y frívolos restringe la dimensión y la
complejidad de lo qué es y de cómo es vivido el descanso y el uso del tiempo
libre en las sociedades contemporáneas. El acento en las consecuencias
superficiales de este tipo de programación, además, sintoniza con un tipo de
visión que considera la televisión apenas como un medio de transmisión (de
señales, de símbolos, de informaciones, de datos), y que descuida los aspectos
estéticos, culturales y sociales de la interacción que el público tiene con
ella.
Una visión más amplia de lo que puede ser la “diversión” y
el “entretenimiento” presentes en la interacción con programas como las
telenovelas, puede ser desarrollada sobre la análisis de los aspectos rituales
de la representación, de la actuación, de la performance y de la interacción
cultural. En ese tipo de abordaje es posible identificar las representaciones
ofrecidas por los géneros ficciones (como las telenovelas) como “metacommenti
sociali”, como espejos activos que analizan los axiomas y los presupuestos de
la estructura social y que, por el contacto visceral que mantienen con la
estructura cultural y simbólica, generan espacios de frontera, limítrofes y de
confín, entre lo que es la “realidad” y lo que es la fantasía. A ese
respecto, por ejemplo, según Turner,
En la medida que se rescata la dimensión de limen, de
brecha, de umbral y de transición entre estos dos dominios, Turner acentúa
también la dimensión cultural y reflexiva del acto de entretener y de
entretenerse, enfatizando los aspectos creativos y activos de transitar, de
representar, de contemplar, de imaginarse y de reconocerse en la
representación.
Rescatar los aspectos que posibiliten una visión menos
reducida y simplista de lo que hay de placentero y de evasión en la recepción,
permite recuperar lo que hay de productivo y de activo en el contacto con estos
programas. De este modo, aunque se insista en enfatizar solamente las
dimensiones de estos productos culturales que son admitidas y aceptadas por el
sentido común, es decir, que las telenovelas sirven y deben ser usadas
“solamente” para entretenerse y para divertirse, se puede, aún así, reconocer
lo que hay de reflexivo, de productivo y de potencialmente subversivo en la
construcción de significado y de sentido social, en el acto de “divertirse” y
de “gozar” los momentos de frontera y de transición ofrecidos también por
géneros populares como las telenovelas.
El público y el
género telenovela
De acuerdo con los aportes hechos por la corriente de
estudios de los Usos y Gratificaciones, McQuail, indica diversas posibilidades
de uso o de motivaciones que conducen las personas a seguir lo que es ofrecido
por los medios de comunicación: la búsqueda de información, de entretenimiento
y de elementos/contenidos que contribuyan a la integración, a la interacción
social y a la elaboración de la propia identidad personal. Roberts y Schramm,
desde la misma corriente de estudios y también con relación al público
receptor, afirman que el empleo de los medios como fuente de información, de
entretenimiento y un tercer factor, su utilidad social (ofrece la oportunidad
para reunirse), serían las tres principales razones que explicarían los usos de
la televisión por parte de los niños. Advierten, sin embargo, que programas que
usualmente no son clasificados como informativos, pueden ser considerados así por
los receptores. Ejemplifican señalando que los niños clasifican la televisión
educativa como “cuadrada”, como algo que los adultos han decidido que es bueno
para ellas, pero que de hecho aprenden muchas veces a partir de lo que ven en
los programas comerciales y en los programas clasificados como de
entretenimiento. Para estos autores, lo que puede ser aprendido de los medios
pictoriales es frecuentemente muy significativo. Los contenidos de fantasía
contienen mucha información que puede ser importante para el niño. Dramas,
misterios y programas de humor incluyen informaciones acerca de las costumbres,
normas, actitudes y modos de comportamiento. Este material sobre lo que esperar
del mundo social es algo que de hecho los niños necesitan realmente aprender.
En la tipología presentada por McQuail o en los motivos de
consumo televisivo propuestos por Roberts y Schramm, el público receptor es
visto como un conjunto de individuos que, en el contacto con la televisión,
buscan determinadas características en la programación que satisfagan sus
necesidades o expectativas personales (subjetivas o objetivas). En esta visión,
que enfatiza la búsqueda de gratificaciones por parte de los telespectadores,
los usos están condicionados por las características de la programación, que de
acuerdo con el formato y el contenido que transmiten, ofrecen respuestas a los
diferentes tipos de anhelos y demandas. Como en un supermercado, el “cliente”
selecciona y adquiere el producto que, por sus características objetivas e
intrínsecas, satisfagan mejor sus expectativas.
También enfatizando el punto de vista de los receptores,
Kaplún sugiere que un importante instrumento operativo para el estudio de la
recepción es el reconocimiento de los diferentes “modos de uso” -“telepasión”,
“televisión-telón-de-fondo”, y “televisión-tapa-agujeros”- que se expresan en
las diferentes formas de contacto o de interacción del público con lo que es
presentado por la
televisión. A diferencia del abordaje de McQuail y de Roberts
y Schramm, al proponer estos tres modos de usar, el autor reconoce la
importancia de las características de la programación, y una cierta autonomía a
los receptores, en la medida que resalta como elementos que juegan un rol
decisivo en los modos de uso o en los tipos de consumo televisivo, la
relevancia de los gustos, de los códigos culturales y de los factores de
ecología social.
Además de considerar la autonomía de uso por parte de los
telespectadores, otros trabajos o corrientes de estudio ven el análisis de los
usos de la televisión principalmente desde una perspectiva social. De esta
manera, por ejemplo, en lugar de centrarse en las opciones individuales de los
consumidores, se opta por tener como unidad de análisis la familia, y se
verifica a partir de ahí cuáles son los aspectos que caracterizan los usos
sociales de la televisión y de los diferentes tipos de programas que componen
su palimpsesto. En lugar de centrar el eje del análisis sobre los individuos,
esa otra perspectiva prioriza el aspecto social de los usos de la televisión a
través de la contextualización del consumo televisivo. De este modo, se
desplaza el eje del análisis desde aquello que propone el medio hacia la
audiencia contextualizada, y se exploran las múltiples potencialidades de uso
del medio y de sus géneros desde el punto de vista también de los usuarios.
Al desplazar el lugar del problema, cambia también la
pregunta que se quiere responder: en este caso, cómo las audiencias apropian y
resignifican los medios y los mensajes dentro de sus practicas sociales
concretas. Además de recuperar el lugar de la audiencia en el proceso
comunicativo, se va desde la concepción de la comunicación como transmisión de
mensajes/informaciones, a la noción de comunicación como construcción social
del sentido. Este otro tipo de abordaje del contacto entre el público y los
productos de los medios recupera, de cierta forma, la relativa autonomía y la
autoridad que tienen las audiencias no solamente de usar, sino también de
jerarquizar las características y de participar en la definición de lo qué son
y para qué sirven los programas que ellas consumen.
Este desplazamiento permite, por ejemplo, cuestionar la
definición reducida de las telenovelas como programación de entretenimiento, en
el sentido limitado del término, pues esta clasificación es oriunda de un tipo
de análisis que se centra prioritariamente en las razones y en el punto de
vista de los emisores, de los productores y de los analistas y “expertos”.
Centrando la definición de los productos exclusivamente en este “lado” del
proceso comunicativo, no se reconoce, o se menosprecia, el espacio de las
audiencias en el proceso comunicativo, y su autoridad, como parte en ese
proceso, de participar en la definición de los programas que ven. A la luz del
desplazamiento, la cuestión que se propone es invertir el foco de la discusión:
o sea, en lugar de explicar y catalogar las personas a partir de los programas
que ellas ven, se propone comprender y explicar los programas, y en particular
el género telenovela, también partiendo de la lectura y de la percepción que de
ellos hacen sus receptores.
Consideraciones
finales
El argumento de este artículo se refiere, en líneas
generales, a la importancia conquistada por los medios de comunicación que,
institucionalizándose, pasaron a compartir con otras instituciones la
responsabilidad de producir, reproducir y distribuir el sentido y el
conocimiento socialmente compartido. De modo específico, la atención se centra
principalmente sobre la televisión, con la finalidad de reflexionar sobre como
ella participa, también a través del género telenovela, en el proceso de
producción y reproducción del conocimiento y de la construcción del sentido
social, por medio de los cuales viabiliza la interacción y la integración de
los sujetos en la sociedad.
Se sostiene que para entender lo que son actualmente las
telenovelas es necesario hacer un doble movimiento de análisis, considerando
sea los productos inscritos en este género y lo que de ellos dicen sus
productores y emisores, como también los usos que de ellos hacen los
telespectadores. En la visión aquí propuesta sobre el rol desempeñado por las
telenovelas dentro de lo que es actualmente la televisión, la función social de
estos programas podría ir mucho más allá de ser un simple momento en la jomada
donde uno se desconecta de los problemas relevantes de la sociedad actual. Esta
interpretación de las telenovelas se vincula a un tipo de visión que simplifica
y reduce la significatividad social de los “momentos de descanso”, al enfatizar
exclusivamente lo que puede haber de superfluo y de efímero en el placer, en el
entretenimiento y en la
distracción. La propuesta aquí formulada es que más que “simplemente distraer”, los momentos disfrutados
con las telenovelas pueden, de muchos modos, contribuir al cumplimento de los
roles y funciones de formación social que la televisión, como un todo,
desempeña.
Extraído de
Televisión, Telenovelas y la Construcción del Conocimiento
en las Sociedades Contemporáneas.
Autora
Márcia Gomes Márquez
Socióloga de la PUC del Rio de Janeiro, Master en Maestría
en Comunicación Social en la Universidad Javeriana de Bogotá y el Ph.D en
Ciencias Sociales en la Universitá Gregoriana, Roma. Su especialidad es
la Teoría de la Comunicación, con énfasis en los estudios de recepción con
relación a los géneros populares.