Los medios de comunicación ¿Están al servicio de la mejora de la sociedad? Son los grandes creadores de sentidos, y su responsabilidad debería ser muy grande. Al buscar exclusivamente mantener cautiva la audiencia ¿Se preocupan por el servicio “post-venta”? Los modelos familiares, culturales y éticos ¿Se corresponde con la realidad? ¿Qué responsabilidad deben asumir?
La responsabilidad de los medios de comunicación en la
socialización, sobre todo de los que se dejan acompañar por las nuevas
tecnologías, y sobre todo la televisión, es inmensa. Nadie duda de las
responsabilidades legales, amparadas por legislaciones internacionales y de los
países, que tiene que ver con la publicidad, con los derechos humanos, en
ocasiones con los horarios de difusión y con los contenidos. Poco se habla de
las responsabilidades socializadoras.
Al ser productos fabricados por la especie humana, se da por
supuesto que los medios de comunicación están al servicio de la mejora de la
sociedad y de su cultura. Los medios de comunicación, tienen la obligación
social de ejercer la defensa del interés público, y proteger a los ciudadanos,
especialmente a los menores. Se hace necesario que la responsabilidad
socializadora, que la tiene, se haga consciente en quienes detentan el poder de
los medios, quienes definen programas y contenidos y quienes tienen capacidad
de decisión en las formas de presentación de sus mensajes. Los medios de
comunicación de masas son los grandes productores de significación y sentido en
las sociedades de masas y, por tanto, los grandes mediadores en la percepción e
interpretación de la
realidad. Aparecen como altavoces de la realidad social y son
intermediarios/mediadores en la comprensión e interpretación de la misma.
Las empresas que poseen las cadenas de televisión se rigen
por los mismos patrones de rentabilidad económica que el resto de las
industrias del país, detentando un poder importante en el espacio individual,
familiar y social capaz de intervenciones decisivas en la vida política y
económica, aunque sólo sea como control del resto de los poderes, de forma
parcialmente diferenciada en algunos medios. La prensa, por ejemplo, es más
bien mediador político, creador de opinión pública ciudadana, elemento decisivo
en la práctica política, planteando críticas hacia los poderes y demandas de
decisiones públicas de los gobernantes. El resto de los medios canalizan y
crean fundamentalmente la opinión pública cultural. La televisión es,
fundamentalmente, instrumento de cultura, trasmisora de modas y
comportamientos, de prejuicios y de valores. Al mismo tiempo que es uno de los
principales soportes de transmisión y difusión de obras y productos culturales
es creadora de tendencias y de pautas culturales, modeladora de costumbres,
difusora de ideas y opiniones y promotora de conductas sociales y privadas.
Si las empresas televisivas son como cualquier otra
organización, debieran tener en cuenta aspectos comerciales y sociales más
simples, reglamentados con frecuencia por los estados o por organismos
internacionales. Quien fabrica lavadoras, por ejemplo, elabora un producto del
que se intenta vender el mayor número posible de unidades, sabe que su venta
está relacionada con su popularidad, que depende de su calidad, de su servicio
post venta, del entorno en el que se vende, etc. La empresa cuida además que
los artefactos se utilicen con cuidado, da instrucciones para que se cumpla la
normativa de seguridad, da garantía de que el producto es de calidad y ante
cualquier reclamación, al igual que los consumidores, es amparada por la ley. Las empresas
televisivas, sin embargo, que tanto influyen en la cultura, en los valores y en
los comportamientos de los ciudadanos, que producen entretenimiento,
información y cultura, buscan exclusivamente la popularidad y por ende cuanto
más se vean sus programas, mejor, olvida el servicio post venta, los posibles
daños colaterales que puede producir y el producto emitido solamente es
cuantificable en su valoración por los índices de audiencia, sin apenas control
moral o social por parte de la administración o de los consumidores.
Por todo ello, por su importancia, las cadenas de televisión
deben asumir sus propias responsabilidades. Los modelos familiares, éticos,
sociales y culturales que la televisión aporta, están muy lejos de lo que es la
familia en nuestra sociedad. Se consumen otros estilos de vida y de costumbres;
se integran diferentes y multiformes relaciones familiares, éticas y sexuales.
Las series que la televisión presenta, reproducen situaciones por lo general
estereotipadas, o muy lejanas a la realidad, por lo que la juventud vive y
reproduce la fascinación por lo desconocido.
Los medios de comunicación, para contribuir a la
responsabilidad socializadora compartida, deben aumentar sus relaciones con los
diversos sectores de la sociedad, con una diversificación de la oferta,
cuidando tanto a los niños como a los adultos en su programación y en sus
horarios de emisión. Se confunde en ocasiones horario de adulto con un espacio
en el que cualquier cosa vale y, si bien es cierto que el adulto tiene
capacidad de discriminación y puede elegir programas, cierto es también que los
miembros de la Especie
Humana, todos, somos individuos en constante y permanente
formación, necesitados en todas las etapas de la vida de elementos que nos
permitan estar en constante maduración y aprendizaje.
Extraído de:
La administración, los medios de comunicación, la familia y
las instituciones educativas deben ser educadores responsables
Enrique Martínez-Salanova Director de Aularia