La familia y la escuela han perdido fuerza socializadora, dejando un lugar que es ocupado por los medios de comunicación, en especial la televisión. Esto genera no pocas dificultades ¿Están presente en nuestros días, los grandes problemas del siglo? ¿Obtenemos una adecuada socialización con los medios?
La familia y la escuela pierden fuerza socializadora al
mismo tiempo que la ganan los medios de comunicación. Esta realidad implica un
desafío para los padres, la familia y la administración pública ya que la
responsabilidad socializadora es, por igual, de todos los agentes sociales,
también de quienes detentan el poder de los medios de comunicación y de las
grandes cadenas de televisión. Nadie duda de la responsabilidad legal de los
medios de comunicación pero poco se habla de su responsabilidad moral y
socializadora, de la importancia que sus mensajes y actuaciones poseen para
quebrar la pasividad, para incitar a la participación ciudadana. Se hace
urgente e imprescindible unir esfuerzos para que los grandes problemas del
mundo en el siglo XXI, que generalmente tienen que ver con la solidaridad y el
respeto, tanto hacia las personas como hacia el medio ambiente, estén presentes
con criterios de interés global en los medios de comunicación.
Con rapidez y vertiginosidad se aprecia cómo el mundo es
invadido por los medios de comunicación de masas, que cobran una relevancia
especial gracias a los avances tecnológicos. El gran desafío de los educadores
–padres, profesores, responsables y comunicadores es adquirir la fuerza
suficiente para, en un principio, utilizar el poder icónico y emotivo de los
medios de comunicación y de las nuevas tecnologías con finalidades educativas,
y al mismo tiempo, proponer a los educandos –alumnos y sociedad en general las
posibilidades educativas y didácticas suficientes como para convertir la fuerza
de la televisión y su mensaje, en un vehículo e instrumento imprescindible de
búsqueda de información, de apreciación de la realidad y de puerta a la
investigación. (Martínez-Salanova).
Socialización y
medios de comunicación
La socialización es un proceso por medio del cual el ser
humano adquiere la experiencia de interrelacionarse con los demás, adquiriendo
en dicha experiencia aptitudes y conocimientos que le permitirán desenvolverse
en la sociedad. La
socialización, que se integra en los individuos fundamentalmente de forma
inconsciente, hace que éste vaya adaptándose al medio donde vive, perciba los
cambios sociales, conviva con los demás miembros de su grupo humano, y respete
y sienta afecto por sus pares. Al no poder integrarse los individuos en su
totalidad de una forma espontánea, ya que los hechos sociales son exteriores a
él y se dan en cada ser humano por cauces diferentes, la misma sociedad o grupo
humano crea los mecanismos educativos necesarios para homogeneizar los
elementos comunes de la cultura y del saber de dicho grupo y asegurarse así una
socialización mínima semejante en todos sus miembros.
La sociedad en su totalidad, según Durkheim, es agente de
socialización, cada persona con quien el individuo entre en contacto es en
cierto modo un agente. El comienzo natural del proceso para cada niño recién
nacido es su inmediato grupo familiar, el más importante en los comienzos, pero
que pronto se amplía con otros grupos humanos de relevancia capital. No
obstante, la familia es un nexo muy importante entre el individuo y la
sociedad, ya que controla el lugar en el que sus hijos se educan, trasfiere a
los descendientes las propias creencias, pensamientos y valores y selecciona el
lugar de educación de y los medios de comunicación con los que se relacionan
sus vástagos.
El segundo nivel de socialización, en el que los más jóvenes
se incorporan al proceso de recrear, vivir, reproducir y transformar la cultura
familiar más cercana, es el que gestiona el sistema educativo, desde los
primeros años de escuela hasta la universidad. «La interacción social es importante en clase. Los niños deben hablar
con otros, compartir sus experiencias. ¿Por qué las escuelas obligan a los
niños a estar callados, dando como resultado una situación de autoridad y
aburrimiento.» (Piaget). La socialización que pretende la educación
oficial, o debe pretender, no es el cumplimiento más perfecto y complejo de los
procesos de socialización adquiridos en los primeros años de vida, sino ofrecer
a niños y jóvenes la posibilidad de cuestionar la validez antropológica de los
influjos sociales, de reconocer y elaborar alternativas y de tomar decisiones
con cierta autonomía en función de las realidades del presente. Sin embargo, la
capacidad socializadora que la escuela tenía hace unos años, ha disminuido
sustancialmente. No es el caso analizar en este lugar las causas, algunas de
las cuales tienen que ver con la presión familiar y el entorno próximo, y sobre
todo las que ejerce la televisión y, cada vez más, los juegos informáticos y la
inmediata comunicación a través de los teléfonos móviles.
La televisión socializa porque ayuda a crear costumbres, lo
más profundo de los elementos culturales de una sociedad, y pone en cuestión
los sistemas educativos formales e informales y perjudica notablemente las
relaciones interpersonales y familiares.
En el espectador de televisión, sobre todo en los más
pequeños, se aprecia la dualidad que se crea entre la realidad y la ficción. Se ven
seguidamente escenas reales y ficticias, sin discriminar la violencia auténtica
de la falsa, la realidad de la ficción y se representan estereotipados los
roles sociales, étnicos, sexuales y profesionales. La intensidad con la que se
vive el problema de la televisión puede llevar a dos consecuencias radicales:
creerlo todo, introduciéndose falsamente en un mundo de esquizofrenia, creando
en quienes se exponen a sus emisiones durante al menos cuatro horas al día un
«desplazamiento de realidad», identificando lo que ven en la pequeña pantalla
con lo que les rodea, o pasar por encima de todo, adjudicándose la conciencia
angelical de que no sucede nada importante. (MartínezSalanova)
Extraído de:
La administración, los medios de comunicación, la familia y
las instituciones educativas deben ser educadores responsables
Enrique Martínez-Salanova Director de Aularia