domingo, 27 de septiembre de 2009

En la escuela hemos de enseñar a ver la televisión

Publico hoy una entrevista a Pilar Abad : "En la escuela hemos de enseñar a ver la televisión", tomada de la versión digital de un periódico de Aragón (España)

--¿A quién se le ocurrió, por fin, incorporar las pantallas a la escuela?
--Hay dos personas: una es José Antonio Gabelas y el otro es el orientador del centro: César Laiglesia. Ellos nos propusieron al claustro este proyecto, que vamos a desarrollar este curso de forma completa.

--Llevamos años peleando para que las escuelas asuman este lenguaje.
--Claro, para que los alumnos sepan interpretar todo lo que está a su alcance. Hombre, ahora comienzan a llegar materiales sobre estos temas, porque hasta ahora todo dependía del profesor. Y no se puede dar sin materiales, porque no somos especialistas, porque si no, te tienes que preparar tú mismo...

--¿Entienden ellos la importancia de las pantallas?
--Mucho. Los chicos ven mucha televisión, y además se lo creen. Tratan de imitar comportamientos; imagina la serie Física o química, que es totalmente irreal. Acaba siendo demoledora porque los chavales la pueden llegar a creer.

--Entonces...
--No se pueden prohibir las cosas, pero tenemos que enseñarles a ver. Esto es lo que tiene que hacer la escuela. Con este proyecto pretendemos que se vinculen las familias, de manera que controlen lo que ven sus hijos. Los niños en infantil ya nos vienen por la mañana con una hora de ver tele.

--¿Qué dicen los chicos?
--Les gusta mucho, porque es un tema del que saben más que los profesores. Confiamos en que a la larga vaya quedando poso.

--¿Hay profesores preparados para dar estas clases?
--En el colegio, algunos. Gabelas nos va a ayudar mucho, porque es un experto. Y el orientador cuenta con el material que nos llega de la DGA.

--¿Usted puede ver la tele?
--Por la noche. Ni por la mañana ni por la tarde. Pero me aburre mucho, porque hay muy pocos programas interesantes. Pero me veo las series que se suelen ver los alumnos. De entrada los chicos comentan esos programas, con lo cual hay que estar puestos. Y si puedo les aconsejo programas que deberían ver.

--¿Saben qué les gusta a ellos?
--Hemos hecho encuestas y sabemos que les gustan las series de sus edades. A algunos les gustan los documentales de naturaleza, pero ven cosas también como Gran Hermano y Operación triunfo, donde se les inculca el poco esfuerzo y el éxito de la popularidad. Los creadores de televisión son muy expertos, y van al público fácil. Ya saben lo que hacen...

--Otras pantallas...
--Le dedicaremos tiempo al ordenador, internet y el móvil. El uso responsable de todas estas pantallas.


23/09/2009
Autor JOAQUÍN CARBONELL
El Periódico de Aragón
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=526444

jueves, 17 de septiembre de 2009

La televisión invade el hogar ¿Qué hacer?

En esta sociedad en la que vivimos, un medio tan poderoso como la televisión no sólo no debe quedar al margen, sino que debe tenerse en cuenta en los proceso educativos que están teniendo los ciudadanos, incluidos, por supuesto y fundamentalmente, los niños y adolescentes.


La televisión, una vez más, y cada cierto tiempo, sale a la palestra de los medios de comunicación sobre la posibilidad o conveniencia de su papel educativo y de su control por parte de padres. En un artículo sobre el tema, de Juan Manuel Ruz Lobo publicado en el Diario de Sevilla, se dan una serie de pistas para debatir que recogen una realidad muy próxima.


La televisión, hasta hace poco, era más bien la gran ignorada en los entresijos educativos. Mucho sabemos o más bien intuimos, sobre los perjuicios o males de su influencia en la educación de nuestros niños y adolescentes.

A la televisión no se le puede seguir ignorando su papel dentro del debate educativo


El profesor Marina cita, con muy buen acierto desde mi punto de vista, que para educar a un niño hace falta toda la “tribu”. Salvando las distancias, en esta sociedad en la que vivimos, un medio tan poderoso como la televisión no sólo no debe quedar al margen, sino que debe tenerse en cuenta en los proceso educativos que están teniendo los ciudadanos, incluidos, por supuesto y fundamentalmente, los niños y adolescentes.


Somos necesarios todos, y lo que no seamos capaces de aportar todos a este objetivo, siempre estará en falta, en mayor o menor medida, entre los ciudadanos.


Como es lógico, el problema tiene varios ángulos y enfoques. Por ejemplo: si la televisión como servicio público está a la altura de esta influencia, o si los padres saben “manejarla” para estos objetivos educativos. También debemos saber si la escuela sabe convertirla en un aliado o por el contrario, la erige en un enemigo a vencer. Y además, tendremos que ver si los poderes públicos son conscientes del poder educativo que tiene esta televisión que disfrutamos y sufrimos.


Cada uno de estos aspectos necesitaría ser tratado obviamente de manera mucho más extensa, pero conviene que al menos los introduzcamos en este debate que no se ha agotado y que probablemente no se agote nunca.


Una televisión marcadamente educativa, hoy por hoy, no es rentable económicamente hablando, lo que impide su necesaria continuidad. Pero lo cierto es que a la televisión no se le puede seguir ignorando su papel dentro del debate educativo. Ojo, no estamos pidiendo programas “plastas” que nos aburran con sólo oír su sintonía.


Se trata de emplear todo su potencial creativo para que, siendo consciente de este papel, sus contenidos de manera informal, que no quiere decir arbitraria, sean divertidos y trasmitan valores y modelos referentes en los que todos debemos estar de acuerdo.


Se trata de emplear todo su potencial creativo

Quizás, esta televisión de nuestras culpas, no tenga un referente claro a seguir, con lo que resulta evidente y necesario el papel de los consejos audiovisuales como elementos aglutinadores de los distintos sectores sociales que tienen que decir algo sobre el tema.


A estas alturas de la utilización de las nuevas tecnologías en la escuela, la televisión debe servir como un elemento dinamizador importante, como lo es la prensa escrita, y que por medio del debate, la investigación y la motivación, permita el aprendizaje, el desarrollo de habilidades y los modelos referentes que tanto estamos clamando para nuestros adolescentes.


Es claro que una de las primeras tareas que la televisión puede aportar a la escuela es su propia desmitificación. Toda una serie de valores están esperando que los profesores colaboren a su descubrimiento y consolidación en estos nuevos ciudadanos. Queda aún mucho por caminar en este aspecto.


Los poderes públicos no pueden seguir “mareando la perdiz” en este sentido. Algunos ciudadanos están cansados de que las leyes y las buenas intensiones no se lleven a cabo.


Deben respetarse, por ejemplo, los horarios de emisión infantil y la cantidad de publicidad que se emite; en cuanto a los contenidos, la mayoría de las veces, no tienen en cuenta este papel de referente. Son los poderes públicos los que deben cuidar este aspecto educativo, y sería de desear sobre todo en las televisiones públicas.


Por resaltar algo muy evidente, todavía en nuestro país no hay ninguna ley que obligue a las televisiones a que sus programaciones sean totalmente accesibles para las personas sordas y ciegas. Son cerca de 2 millones de ciudadanos con problemas auditivos y visuales los que sufren esta barrera de comunicación que les impone un servicio público que nos los tiene en cuenta: es cierto que se está haciendo algo, pero es insuficiente, sobre todo para las personas ciegas.


Qué hacer como padres

Si en general siempre se dice que los niños no vienen con un manual para su cuidado y educación, respecto a la televisión ni siquiera podemos esperar una hoja informativa. Así lo mejor que podemos hacer es dar algunas pistas positivas que pueden ayudar.



Respecto a que el problema no nos desborde, se debe tener en cuenta que:
• En general, los padres están preparados para educar a sus hijos. Nada de sentirse angustiados porque no son pedagogos, psicólogos o porque no son maestros. Deben pensar en el sentido común, recordar la enorme cantidad de experiencias positivas que han tenido hasta llegar al momento actual. Deben pensar en sus padres. Probablemente cometieron algunos errores en su educación, ningún padre es perfecto, la perfección en educación la definimos nosotros mismo en cada momento y circunstancias de nuestras vidas, lo que no quiere decir que no debamos hablar de una educación de calidad. Pero el resultado lo tienen en ellos mismo y aquellos errores también le ayudaron a desarrollar su propia personalidad.


• De nada sirve que se engañen a ellos mismos sobre sus responsabilidades educativas. Hay que decirlo bastante claro, la educación es responsabilidad insustituible de los padres. Esto quiere decir, entre otras muchas cosas, que cuando se presenten los problemas con los hijos, de nada sirve “escurrir el bulto” no viendo la realidad, o culpabilizando a la escuela, a la sociedad, a los amigos, a la televisión, o a nosotros mismos y a nuestra pareja de lo que ocurre. Deben recordar que en muchas ocasiones los problemas de los hijos tienen aspectos similares a los que planteaban ellos a sus padres. Cambiando el escenario, la época, las costumbres y la cultura encontrarán muchas coincidencias. Por lo tanto, y en general, casi nada de lo que nos plateen nuestros hijos debe de parecernos tan distante. La televisión debe ser un aspecto más de la educación y por lo tanto con las mismas posibilidades de solución que el resto de los problemas educativos que presenten los niños y adolescentes. Deben dialogar y negociar todo lo que puedan. Nada de enfrentarse al hijo/hija por esta cuestión, le estarán dando una importancia que la televisión no tiene por si misma.



Respecto a la escuela y la televisión, los padres deberían ser más positivos y pensar que:
• Si en general la colaboración en la escuela por parte de los padres es necesaria, cuando se trata el tema de la televisión debería tener una coordinación entre estos dos escenarios donde los hijos van e educarse. La escuela debe llevar la televisión a sus aulas, y como ya se ha dicho, con la misma importancia y con parecido tratamiento didáctico que la prensa escrita. La televisión y el cine pueden aportar elementos informales educativos que no son aprovechados totalmente por la mayoría de los profesores y padres.



Respecto a las instituciones y entidades que controlan la televisión, los padres deben considerar que:
• Las empresas de televisión están mucho más preocupadas por las audiencias que por sus contenidos educativos. Los programas educativos no atraen mucho a la audiencia, aunque la televisión debería ser más creativa para que lo fueran. La televisión no puede ni debe ser el sujeto que tenga el papel más activo en el proceso educativo de nuestros hijos. Si tiene esa importancia, deben procurar irle quitando ese rango. Debe ser un instrumento más y no el más importante. Deben sacarle partido y aprender a utilizarla.



Respecto al uso de la televisión, los padres deben pensar que:
• La televisión no debe ejercer ningún tipo de tiranía ni dependencia. Para ello lo mejor es planificar los programas que serán visto por toda familia, por los adultos y por los niños.


• El receptor de la televisión no es una “canguro”. Nunca deben dejar a sus hijos sin saber que están viendo o van a ver, y sobre todo, deben pensar que son ellos, como padre o como madre, los verdaderos insustituibles.
• Deben utilizar los programas de televisión para educar y enseñar. Hasta un programa de los mal llamados “basura”, puede servir para educar en valores, aunque sólo sea para que vean lo que no debe hacerse y de que todo no vale para tener éxito.
• Deben ofrecer alternativas creativas a la televisión para estar con los hijos. Salir a dar un paseo, por ejemplo, puede enseñarles a que conozcan la realidad como de verdad es y no como la ven en la televisión. Recuerde: una vaca o un árbol no es la imagen que la televisión nos da.
• Por último, y quizás lo más importante, los padres y madres deben recordar que nuestros hijos aprenden más de lo que nos ven hacer que de lo que decimos. Sea coherente. Practiquen y pongan este comportamiento en la vida diaria. Aprenda y comparta experiencias.



Con todo esto no deben pensar en tirar la televisión por la ventana. Aprenda a utilizarla usted y sus hijos, la familia se lo agradecerá.


http://enpositivo.com/200908193082/soluciones-positivas/la-television-invade-el-hogar-ique-hacer

Autor: Miguel Hidalgo Valdés

lunes, 7 de septiembre de 2009

El mundo virtual, la adicción del siglo XXI

Los Ángeles (EEUU), 5 sep (EFE).- Navegar en internet, las redes sociales o jugar "on-line" se han convertido en actividades cotidianas a las que muchos, queriendo estar conectados, terminan enganchados, una adicción que ya se trata en una clínica de EEUU.

Este excesivo apego a los mundos virtuales, común ya en países asiáticos como Japón, Corea del Sur o China, llamó la atención a un grupo de psicoterapeutas estadounidenses que decidieron crear el primer centro del país para la desintoxicación de usuarios de nuevas tecnologías, "Heavensfield".


En las instalaciones, situadas en Fall City cerca de la sede de Microsoft (Estado de Washington), se ofrece un programa denominado "reStart" que durante 45 días somete a los pacientes a una rehabilitación en la naturaleza, con reintegración en un estilo de vida familiar y tratamiento individual sin acceso a ordenadores.


"El uso de internet y videojuegos es altamente adictivo, es interactivo, y eleva los niveles de dopamina en el cerebro", aseguró Hilarie Cash, psicóloga fundadora del centro, quien afirmó que las probabilidades de que una persona se quede atrapada por la red son altas si uno no se da cuenta del problema y se impone limitaciones.


El programa, con un coste de 14.500 dólares, abarca desde la adicción a los mensajes de texto, la dependencia de sitios como Twitter, las subastas y compra venta en la red, el uso excesivo de chats, así como la búsqueda compulsiva de información en internet y los juegos "on-line".


Esta última categoría es una de las más adictivas, especialmente cuando se trata de software de estrategia como el popular "World of Warcraft", puesto como ejemplo en la web del centro, donde se recogen los testimonios de algunos usuarios de este pasatiempo.


En un vídeo, varios jóvenes admiten que lo que empezó como un entretenimiento de una o dos horas al día terminó por convertirse en una necesidad que alteró sus vidas.


"Todas las adicciones están acompañadas de una sensación de euforia y la gente quiere volver a ese estado una y otra vez. El cuerpo se habitúa y desarrolla tolerancia, por lo que la persona necesita más y más", explicó Cash.


El portal de "Heavensfield", Netaddictionrecovery.com, ofrece un test para conocer hasta que punto una persona que pasa mucho tiempo conectada a internet sufre algún trastorno derivado, algo que podrían evidenciar comportamientos como el ansia por pasar más rato en red o descuidar a los seres queridos.


Una lista de síntomas entre los que se encuentra la euforia desmedida por asuntos relativos a internet, desazón cuando no se está conectado, mentir, caída del rendimiento escolar o laboral, alteración del sueño, problemas físicos, y sentimiento de culpa.


Publicaciones como la "American Journal Psiquiatry" ya advirtieron sobre la necesidad de tomar en serio los excesos del mundo virtual que deberían ser reconocidos como signos de un desorden clínico.


En un editorial publicado en 2008 titulado "Issues for DSM-V: Internet Addiction", el doctor Jerald J. Block hacía hincapié en la gravedad de esta "droga" del siglo XXI, que ya ha comenzado a mostrar sus efectos en Asia.


"Después de 10 fallecimientos en cibercafés y un asesinato relacionado con un videojuego, Corea del Sur considera la adicción a internet uno de sus asuntos más importantes de salud pública", manifestó Block.


En China, más de un 17 por ciento de los adolescentes están enganchados a la red y se puso en marcha una ley que regula un máximo de tres horas al día para jugar "on-line".


En Japón el problema es similar, si bien el país nipón cuenta con un fenómeno autóctono conocido como "hikikomori", un calificativo que se aplica a los jóvenes que se aislan físicamente, huyen de las relaciones personales y pasan su tiempo encerrados viendo la televisión, enganchados a videojuegos y a internet.


Autor Fernando Mexía

Fuente

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