El pensador de izquierda más importante de Europa, Slavoj
Žižek, en una entrevista en octubre de 2015, ha dado una opinión muy exacta de
lo que los libertarios y economistas austríacos pensamos de la economía actual.
El “neoliberalismo”, dice Žižek, es un mito, muy al
contrario de la postura discursiva dominante en todas las aulas
latinoamericanas:
Vivimos en la era de la ideología. El neoliberalismo es un
mito. El papel de los aparatos de estado, de la intervención estatal en la
economía, es cada vez más importante. Vi hace poco un reportaje sobre Mali, en
el África central. Producen un algodón excelente y el precio es, por supuesto,
muy bajo. Pero no pueden abrirse paso… ¿Por qué? Pues porque Estados Unidos, al
subvencionar a sus propios productores para que produzcan algodón, gasta más en
ayudas a sus granjeros que todo el presupuesto estatal de Mali.
Leí hace mucho una entrevista fantástica que la CNN le hizo
al Ministro de finanzas de Mali, quien decía: “por favor, nosotros no
necesitamos ninguna ayuda socialista. Den una oportunidad al mercado. No
financien injustamente a sus productores, y Mali se salvará, económicamente
hablando.” Y fue increíble cómo contestó a estas declaraciones la embajadora de
Estados Unidos en el país africano. Dijo: “No es tan simple como esto, en Mali
hay corrupción, bla, bla, bla”. Sandeces. Esta es la realidad, la esencia del
capitalismo global. Todo el mundo se salta las normas.
Lo que fácilmente se puede abstraer de las palabras de Žižek
es que si se sostiene que el “Neo-liberalismo” es privatizar, libre paso de
recursos materiales y humanos, en suma, libre comercio y competencia, entonces,
el “neo-liberalismo es un mito”, mito que la izquierda de forma tramposa viene
propagando desde las universidades a los debates políticos criticando un hombre
de paja de supuesto capitalismo laissez faire que no existe, en otras palabras
si vivimos en una economía intervenida, mixta, con mitad libertad y mitad
controles esto no puede ser acusado de neo-liberalismo, suponiendo que el
significado de tal ambigüedad sea capitalismo laissez faire.
El término “neo-liberalismo” es ideología, y en este sentido
tiene una connotación únicamente de utilidad retórica ya que ningún liberal
clásico, libertario o economista austríaco se autodenomina neoliberal,
ciertamente, está palabra sólo es usada por los enemigos del liberalismo
económico, a tal punto, que lo que se sabe es que el neoliberalismo fracasó,
más no, que es. Dicho esto, dejando de lado otros posibles usos u orígenes del
término, me voy a centrar en analizar el término tal como es descrito
mentalmente por todos hoy en día.
Para empezar, el neoliberalismo ha sido identificado con el
“Nuevo orden económico mundial”, hablamos aquí de dichosos acuerdos
bilaterales, multilaterales y organizaciones supranacionales; los TLC, el FMI, el BM, la OMC, la ONU, UE,
etc. A luz de los hechos, estos organismos políticos internacionales dicen
promover la cooperación entre países para ayuda financiera, asesoría política,
económica, reducir la pobreza, la contaminación, garantizar el libre comercio
entre otros propósitos.
¿Es neoliberalismo (libre comercio) el encuentro del
Presidente de Colombia Juan Manuel Santos con el primer ministro de Japón,
Shinzo Abe? Donde insistía; “Japón tiene mucho de lo que Colombia necesita y
nosotros tenemos mucho de lo que Japón necesita ¡Enorme potencial comercial!”,
¿Es neoliberalismo el tratado comercial
de Canadá con la Unión Europea que tiene 1598 páginas? ¿Se necesitan
tratados de libre comercio y organizaciones internacionales para que Juan de
Colombia pueda venderle un producto a Pedro en Venezuela?
La verdad sobre los años de reuniones, largas negociaciones
y miles de páginas de “libre comercio” es que no son de libre comercio, por
tanto, todo el discurso anticapitalista, anti-libre mercado latinoamericano, ha
sido una crítica no al capitalismo Laissez Faire sino al Capitalismo de Estado,
en otras palabras, una crítica a la economía intervenida, al mercantilismo y el
proteccionismo económicos.
De esta manera, su crítica al supuesto libre mercado se
dirige hacia dos focos de acción, el primero, el proteccionismo y nacionalismo
económico, y el segundo una renegociación de estos tratados para favorecer a
más grupos empresariales privilegiados por los políticos, en otras palabras,
impedir el comercio o regularlo más.
Sin embargo nunca surge una tercera alternativa, la
alternativa del liberalismo político y económico francés, Laissez faire,
laissez passer (Dejad haced, dejad pasad). Durante las recientes elecciones en
EE.UU teníamos un Trump que abogaba por el nacionalismo económico y una Hilary
por más intervencionismo globalista, renegociando estos TLC, para hacerlos más
“justos” ¿para los intereses de quiénes? Esto demuestra cómo el panorama
general del mundo es una ferviente oposición al capitalismo de libre mercado,
no obstante, el libre comercio no necesita de tratados de libre comercio.
Al respecto de los tratados de libre comercio, uno de los
economistas más leídos en el mundo, Murray Rothbard decía:
[…] la etiqueta “Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio”
(NAFTA, por sus siglas en inglés) se supone que reclama un consentimiento
incuestionable. “¿Pero cómo puedes estar en contra del libre comercio?” Es muy
fácil. La gente que nos ha traído el NAFTA y tratan de calificarlo como “libre
comercio” son la misma gente que llama “inversión” al gasto público,
“contribuciones” a los impuestos y “reducción del déficit” a aumentar los
impuestos. No olvidemos que los comunistas también solían llamar “libertad” a
su sistema.
[…] el verdadero libre comercio no requiere un tratado… Si
los dirigentes quisieran realmente libre comercio, todo lo que tienen que hacer
es abolir nuestros numerosos aranceles, cuotas de importación, leyes anti-“dumping”
y otras restricciones al comercio impuestas por Estados Unidos. No hace falta
ninguna política exterior ni maniobras en el exterior.
Dejando de lado las políticas impuestas de organizaciones
financieras como el FMI, el Banco Mundial, BRICS, entre otras, que además de
ello aumentan el riesgo moral de las actuaciones fiscales de los países
adheridos ya que sirven como prestamistas en última instancia y se financian
mediante impuestos de los mismos, lo que ocurre con los acuerdos de libre
comercio es que se negocian desde el punto de vista de los políticos al mando y
los grupos de interés (lobbies) o buscadores de rentas que han puesto recursos
y votos en sus campañas, para hacerlo más simple, el Senador Jorge Robledo del
partido de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA), se opone a los TLC,
pero no porque los quiera abolir sino renegociarlos para favorecer en este caso
a la industria del Agro, lo que significa poner los interés de un fuerte grupo
de presión (mercantilismo) por encima del bienestar de todos los individuos.
La defensa de los mercados libres no mira los intereses
nacionales o internacionales, no le importa favorecer a la élite política y
empresarial local o internacional que detenta el poder, le importan los
derechos de propiedad y la libertad derivada de estos para que cada persona
comercie de forma libre con quien desee.
Resulta entonces que lo que critican como neoliberalismo es
una mezcla de intervención pública y laissez faire limitado, no es verdadero
capitalismo (propiedad privada y laissez faire), todo el sector financiero, los
TLC, el consenso de Washington, los acuerdos Stand-by (ASB) etc, no representan
más que una economía semi-libre dirigida por burócratas y la banca central
global, así que las buenas críticas que han venido desde la izquierda y la
derecha al Capitalismo en realidad lo han sido al intervencionismo, que de
hecho, es lo que terminan proponiendo como alternativa, por lo cual, cuando te
digan que el capitalismo ha fracasado, enseguida sabrás que lo que fracasó fue
el intervencionismo y el mercantilismo ¿y si el problema fue causa de todas
estas regulaciones e intereses de políticos y de sus compinches empresarios,
por qué pensar que más regulación y controles pueden solucionar las cosas?
¡Es hora del libre comercio, no más tratados de libre
comercio!
Por John Alejandro Bermeo • noviembre 26, 2016
(Publicado el 25 de noviembre de 2016 en el
PanAmPost).