domingo, 22 de marzo de 2020

Educación ¿con o sin pantallas?


  
Antaño, la imprenta y después la fotografía ya daban una posibilidad de comprensión que enriquecía el aprendizaje del sujeto. Ahora hay videos, aplicaciones de realidad virtual y un sinfín de herramientas que complementan este proceso. ¿Son apoyos u obstáculos en el proceso educativo?
La mirada de Lucía se distrae sutilmente hacia lo que esconden sus manos bajo su pupitre. A pesar de que frente al pizarrón está la maestra, exponiendo el punto más candente de la lección de Español, la estudiante prefiere desbloquear la pantalla y acceder al más reciente meme que recibió en su celular vía WhatsApp. Una breve risilla y Lucía vuelve los ojos al frente, esperando la próxima vez que su celular vibre con la respuesta de sus amigos, a quienes reenvió la imagen. Esos efímeros momentos que la niña dedicó a su distracción harán que los diptongos y los hiatos permanezcan como un misterio para ella, a pesar de que la maestra haya dedicado toda la clase al tema.

Para Aarón, la historia es distinta. Su instrumento principal en el salón de clases no es una libreta, sino una computadora. Está en clase de Historia Universal, estudiando el desarrollo de la cultura egipcia. Con la venia y la guía de su profesora utiliza su computadora para encontrar un videotour por las pirámides de Giza, una infografía de las principales deidades egipcias y demás datos curiosos que luego puede compartir con sus compañeros para discutir sobre ello.
La tecnología, ya sea en forma de gadgets como computadoras, tablets o celulares, o pensada como internet y la conectividad que conlleva, se infiltra cada vez más en las aulas de todos los niveles educativos, a veces a pesar de la renuencia de directivos y profesores, y otras tantas con todo su apoyo.
Antaño, la imprenta y después la fotografía ya daban una posibilidad de comprensión que enriquecía el aprendizaje del sujeto. Incluso antes de ello, los viajes de Marco Polo fueron considerados de vital importancia al momento de aprender de otras culturas, y gracias a su narrativa se convirtieron en elementos difusores de un conocimiento hasta entonces lejano. Ahora hay videos, aplicaciones de realidad virtual y un sinfín de herramientas que complementan este proceso. En este contexto, la tecnología es un medio para promover el aprendizaje significativo, teoría de la psicología perceptual que dicta que el conocimiento se percibe mejor por el sujeto gracias a experiencias vividas.

Puertas a un nuevo conocimiento
El maestro Fernando Escobar Zúñiga, académico perteneciente al Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática del ITESO, hace hincapié en que para que la tecnología resulte significativa en el aprendizaje de los niños, debe estar respaldada por un proyecto educativo que la ubique como parte de un proceso enriquecedor para el sujeto y para el proceso mismo. Si no existen estos elementos, lo que va a producir es empobrecimiento de la educación.
El catedrático, quien ha trabajado en el desarrollo de proyectos de incorporación de tecnologías a procesos de enseñanza y aprendizaje, señala que, en la actualidad, el aprendizaje no puede estar disociado del uso de la tecnología.
“Las tecnologías ya no son un artefacto anexo a mi vida; ya son parte de mi vida, del ecosistema que yo habito”, apunta. “Desde hace al menos un siglo se sostiene que los procesos de educación tienen que modificarse. Hay dos características con las que prácticamente todos los estudiosos del tema están de acuerdo: quien construye el aprendizaje es el sujeto (el estudiante), y se trata de un proceso personal”.
Sin embargo, explica que aún existen muchos espacios en que el docente continúa como núcleo del proceso educativo, y todo lo que diga debe ser asumido y memorizado por los educandos. Si a ello se suma la tecnología como proceso paralelo, es mínima la evolución para lograr un verdadero entendimiento del alumno, sin importar si el medio facilitador para la transferencia del conocimiento es un libro o una pantalla.

 “La tecnología tiene cosas importantes que aportar a la educación, porque ayuda a que estos enfoques sean instrumentados de manera correcta”. Escobar Zúñiga añade que el sujeto debe estar lo suficientemente capacitado para detectar la información pertinente y verídica, y, por supuesto, saber qué hacer luego de haber obtenido la información; por otro lado, la tecnología permite experimentar cosas que sin ella sería imposible, por lo que constituye un medio para la comprensión integral de fenómenos o conceptos que antes sólo eran susceptibles de comprenderse desde una perspectiva de lejanía.
La tecnología facilita la interacción y la conectividad con otras personas, lo cual enriquece la experiencia del alumno y promueve el proceso de aprendizaje. “La tecnología ofrece la facilidad de trabajar con otros sujetos, de encontrar perspectivas verdaderamente diferentes que ya no se circunscriben al sujeto de la banca de al lado. Quien se ha criado culturalmente en un entorno similar al mío, es más probable que tenga perspectivas parecidas”, señala el académico, y añade que esta cercanía puede acotar el aprendizaje significativo que el alumno pueda tener.
“Los grandes educadores siempre han insistido en la importancia de la interacción del sujeto con otros objetos y sujetos. Cuando yo dialogo con otra persona, logro comprender diferentes perspectivas y puedo aprender, pues me invita a un pensamiento más reflexivo y crítico”, afirma.

¿Sócrates tenía razón?
Un pasaje de los Diálogos de Platón recuerda cómo Sócrates advirtió a su discípulo Fedro que la escritura será la ruina de la humanidad, pues acabará con la memoria del ser humano.
Así como Sócrates se opuso a la adopción de la escritura en su momento, hay personas, escuelas y doctrinas que ven con recelo la entrada de la tecnología en forma de computadoras, calculadoras o televisiones al salón de clases, justificando que el alumno está en riesgo de perder o no desarrollar ciertas habilidades, como pensamiento matemático, razonamiento o motricidad.
Estudios de diversas universidades y centros de investigación, como el Laboratorio de Envejecimiento Cerebral y Salud Cognitiva de la Universidad de Pittsburgh, sostienen la hipótesis de que estas modificaciones, que se pueden referir a trastornos neurológicos, visuales y conductuales, entre otros, son consecuencia de un cambio fisiológico causado en el cerebro por el abuso de tecnología en la vida diaria. Entonces, ¿por qué dar la bienvenida a estos artefactos en el aula?

En lo que respecta a la relación de la tecnología con los infantes, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, la frase “nada con exceso, todo con medida” recobra significado. Quitar todo estímulo tecnológico en el salón de clases, que es uno de los lugares donde más tiempo pasan, y donde además pueden estar supervisados, podría perjudicar su adaptabilidad al entorno y convertirlos en analfabetas tecnológicos.
Si bien Sócrates, como lo ha probado la historia, erró al desdeñar la escritura como herramienta para el aprendizaje, su advertencia obliga a la revisión crítica de la tecnología en este mismo contexto. En ese sentido, Fernando Escobar Zúñiga apunta que “no se puede aceptar la inclusión de la tecnología sólo porque el mundo la trajo a colación y la metió en las escuelas”. Lo adecuado, según el investigador, es experimentar con diferentes medios y técnicas.
De acuerdo con un gran número de neurocientíficos, tener acceso paulatino a las tecnologías, de tal forma que los niños vayan aprendiendo a través de la experimentación, y con el acompañamiento que les brinden padres y maestros, debe ser parte del acercamiento crítico a los recursos tecnológicos.

Hacer del conocimiento algo divertido
Según resultados alcanzados tras un proyecto realizado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en colaboración con el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE) en instituciones de nivel básico, las escuelas que utilizan de manera atinada la tecnología han visto un aumento de interés y mejor aprovechamiento del alumnado en materias como Ciencia o Matemáticas, mismas que tradicionalmente han sido desdeñadas por gran cantidad de estudiantes de generaciones anteriores.
A la larga, esto podría incrementar la inserción de estudiantes en carreras  de ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). “Estos campos que suelen ser complejos para el estudiante, se vuelven atractivos por el modo en que se le presentan”, apunta Escobar Zúñiga.
Para un estudiante de educación primaria, el hecho de que tenga acceso a los contenidos de clase en una pantalla puede hacer que su atención se intensifique y su interés por aprender aumente. Éste es el caso para Ashley Kane, maestra de segundo grado de primaria en una escuela pública en Iowa, Estados Unidos. Para ella, la tecnología es ya parte de su material de trabajo. “Utilizo mi computadora para hacer la planeación de clases, mostrar videos y documentar lo que hacen mis estudiantes, a modo de monitoreo. También uso mi cámara de documentos muy seguido, para que mis alumnos puedan seguirme con lo que quiero mostrarles. Es imperativo tener este tipo de herramientas en el salón de clases”, afirma.
Este tipo de equipamiento es provisto por la escuela. Dentro del aula también cuenta con 16
computadoras disponibles para que los estudiantes investigen acerca de los temas que se estén revisando en clase, así como para usar programas que les presentan ejercicios de comprensión lectora y de matemáticas para reafirmar los conocimientos aprendidos.
A pesar de todas las ventajas que puede significar tener estas herramientas como parte de la cotidianidad del proceso educativo, la profesora afirma que también hay barreras para que funcionen: que haya energía eléctrica, tener suficientes equipos para todos los estudiantes y mantenerlas en óptimas condiciones, por ejemplo.
“Mis estudiantes se emocionan cada vez que están en la computadora o les digo que veremos un video. La tecnología ya es parte de su vida diaria, porque muchos de ellos están expuestos a algún tipo de tecnología en casa, ya sea a través de videojuegos, tabletas o los celulares de sus padres”, añade.

Tecnología ≠ pantallas
Existen profesores que, obligados por el sistema educativo y muchas veces sin la capacitación adecuada, migran sus prácticas tradicionales a una computadora en el afán de volverse digitales. Sin embargo, este esfuerzo queda corto y frena el proceso de aprendizaje del alumno, quien no percibe una compaginación verdadera de la tecnología como recurso didáctico efectivo.
Es en situaciones así que la tecnología resulta más una distracción que un medio de enseñanza. “Es peligroso que esto se convierta en una repetición de las prácticas, porque lo que hago como maestro es potenciar viejas prácticas disfrazándolas de vigentes sólo porque están en una pantalla. Lo que urge es una transformación profunda de la educación”, asevera Escobar Zúñiga.
Para que una estrategia de enseñanza aproveche de manera efectiva la tecnología, se deben tener muy claras la propuesta educativa y la concepción del aprendizaje, e ir sumando el uso de la tecnología de manera que permita instrumentar esa concepción.
El investigador agrega que, aunque las escuelas con sistemas personalizados —como Montessori o el método High Scope (sistema de enseñanza activa frente al aprendizaje de los niños)— tienden a incorporar la tecnología de manera más natural, ello no implica que sea mejor o peor que el sistema tradicional. Es la propuesta educativa la que realmente hace funcionar a la tecnología como un elemento que aporta al proceso de aprendizaje del alumno.
Esta obligación de adoptar lo digital también devela otros vicios del profesorado, como la planeación inmutable de las clases, que año con año se utiliza a modo de guion y que, en los casos más afortunados, sólo tiene actualizaciones mínimas. En este contexto, un primer paso es reconocer que un porcentaje importante de los docentes en funciones no cuentan con competencias informáticas básicas, necesarias para incorporar la tecnología en el aula a través de un uso apropiado para la enseñanza y el aprendizaje.

Educación en crisis
La investigadora Liliana García Ruvalcaba, catedrática del Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática del ITESO, acota que el sistema educativo no ha logrado concebir al alumno como individuo, sino que más bien ha diseñado una educación uniformada y rígida que limita el apoyo al proceso de aprendizaje, lo cual ha derivado en un hastío de jóvenes y niños por la escuela en general.
“Quien decide qué, cómo, cuándo y a qué ritmo se aprende no son los estudiantes, es ahí donde tenemos una crisis muy fuerte”, afirma. En la medida en que el docente sepa acompañar al estudiante, reconociendo sus intereses, sus habilidades, su capacidad de autonomía y sus condiciones de desarrollo, se podrán tener más posibilidades de éxito en el proceso educativo.
 Por ello, la prioridad debe ser el aprendizaje y no la enseñanza. Los estudiantes están ya buscando y aplicando formas alternativas de aprender que son mucho más cercanas y naturales para ellos, sin limitarse al contexto escolar. Es a través de experiencias en diferentes escenarios y conforme esquemas tanto formales como informales, que encuentran respuesta a sus necesidades, emociones y preguntas genuinas.
En ese contexto, la tecnología puede tener un papel importante en la creación de experiencias, ya que el sujeto se acerca a contenidos y relaciones significativos potenciados por una infraestructura tecnológica. Es importante señalar que el alumno no repara en pensar que está aprendiendo “gracias” al celular; el aparato es simplemente el medio para obtener nuevo conocimiento.

Para la especialista, no se puede pensar la educación al margen de la tecnología. “Si únicamente la concebimos como artefactos en sí, nuevamente nos vamos a atorar”. En cambio, la investigadora propone priorizar el para qué van a servir estos elementos de software y hardware y validar su uso en el proceso educativo.
“Tenemos el desafío de lograr que esas barreras que existen entre la escuela y la vida cotidiana se desdibujen y cobren sentido. No hay una crisis en el aprendizaje, pero sí en el cómo facilitamos o no entorpecemos ese aprendizaje”, añade García Ruvalcaba.
Pensadas como un agente de transformación e innovación, las tecnologías en el salón de clases son un aliciente para actualizar contenidos curriculares y modelos pedagógicos. Esta misma evolución hará más sencilla la adopción de infraestructura tecnológica, que además vaya acorde con el contexto de las nuevas generaciones.
Los modos en que interactuamos con los diferentes dispositivos y plataformas son distintos, pero han transformado muchos ámbitos de nuestra vida. El reto es lograr una incorporación con sentido y relevancia que permita explotar la tecnología para facilitar el aprendizaje, comenta la investigadora. Entonces, la pregunta no debe ser si se debe o no utilizar la tecnología como herramienta en las escuelas. La pregunta es cómo hacerla parte del proceso educativo. Cómo aplicarla de la mejor manera, a través de plataformas, programas y aplicaciones que procuren un aprendizaje significativo en el alumno, y, por qué no, que hagan más atractivo el contenido.
Los expertos coinciden: la tecnología dentro de las aulas no es buena ni mala, per se: es perfectible. Se puede pensar en una dinámica escolar donde el celular o la tablet sean vistos y tratados como herramientas, y ya no como esos polizones incómodos durante la hora de clase. Que sean aliados de los estudiantes para hacerse de más información valiosa y sumen a su aprendizaje. 


Por MONTSERRAT MUÑOZ
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domingo, 8 de marzo de 2020

Rosa María Calaf: "La TV retrocede al ver a la mujer como objeto de deseo a poseer, y no sujeto a respetar e imitar"


Hablamos con Rosa María Calaf, la reportera más veterana de nuestro país con 37 años en TVE a sus espaldas. Corresponsal en Nueva York, Moscú, Buenos Aires o Pekín, su trayectoria le ha permitido darse cuenta de que "la mujer está discriminada en todas las culturas".
Sobre el 8M reivindica que "dejemos claro que estamos hablando de derechos y de igualdad de oportunidades. Esta no es una lucha de las mujeres para las mujeres".

Pionera, humilde y enérgica hasta la médula. Rosa María Calaf lleva desde los 15 años haciendo lo que no se espera que haga. Siendo adolescente en los años 50, pasó veranos en Francia o Estados Unidos. Aquellas salidas le permitieron conocer que "fuera de aquella España oscurantista, represora, gris y terrible de la dictadura, las cosas eran diferentes". Pronto supo que quería hacer carrera diplomática.
Empezó a estudiar Derecho, en una facultad donde una de las primeras batallas que libró junto a sus escasas compañeras fue poder "ir en pantalones". Se apuntó también a periodismo en la incipiente Escuela Oficial de Barcelona. Daban clase en un piso de la Rambla. Un lugar en el que "el profesorado era en general muy afín al régimen", recuerda. 
Con algo de suerte y mucho empeño, Calaf consiguió la oportunidad de entrar en TVE en 1970. Allí fue donde se dio cuenta de lo que quería hacer: ser reportera internacional y corresponsal. Por supuesto, lo consiguió. Así lo corroboran sus estancias en Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín. Antes, eso sí, tuvo "que pelear los espacios cada día, y reportaje a reportaje".
Su talento y lucha le han convertido en una de las grandes referentes del reporterismo en nuestro país y ahora, a sus casi 75 años, sigue siendo una "trotamundos" que inyecta fuerza con cada una de sus palabras.
¿Cómo fue la prueba con la que consiguió entrar en TVE?
Salí convencida de que no me iban a coger, por ir de subversiva. Dije que quería hacer televisión porque creía que los medios eran importantes para la sociedad, y también porque pensaba que no había ninguna razón por la que hubiera programas para hombres y para mujeres, cuando a las mujeres nos interesaban exactamente los mismos temas. Y además, que nosotras podíamos hacerlos: política, economía, etc. Tiene su gracia, porque entré con mi mensaje de género y una de las primeras cosas que me hice fue un desfile de moda.
En más de una ocasión ha defendido que el periodismo es un pilar fundamental para construir modelos y sociedad. ¿Qué poder ejerce sobre la lucha por la igualdad?
Una sociedad democrática de calidad y una sociedad libre sólo puede serlo a base de tener conocimiento. Y el conocimiento se adquiere con la educación y la información. Una información rigurosa, comprometida, honesta, plural, que te permita formarte una opinión con la que después vas a tomar decisiones.
Cualquier tema que implique la lucha por derechos, como la igualdad, tiene que ver con qué tipo de periodismo hagamos, qué tipo de información proporcionamos a la sociedad para combatir los modelos que van en detrimento, frenan y cercenan el ejercicio pleno de la igualdad de todas las personas. De lo que haga el periodismo y cómo se haga la información dependerá muchísimo que las sociedades avancen o no. Es esencial al derribar estereotipos, penetrar silencios, visibilizar lo invisible y contar lo que se calla. 
¿En qué punto diría que se encuentra ahora el periodismo? 
La situación actual del periodismo responde a lo que está pasando en general. Hay serios retrocesos en derechos obtenidos, acompañados de mensajes que van en su detrimento. Lógicamente esto implica que haya un caballo de batalla de esas fuerzas, contrarrevoluciones que tienen que ver con la lucha por la igualdad de género. 
Aun así, hemos avanzado muchísimo desde que yo empecé, en número; pero en calidad de los espacios conseguidos mucho menos. No estamos en la proporción que deberíamos en espacios de opinión o de dirección dentro del mundo mediático. Esto es una anomalía. Tiene que ver con que algunos no entienden que esta es una lucha por aprovechar los talentos, las capacidades y los esfuerzos de todos; y no de solo la mitad. Y no que por nacer con un sexo determinado esté marcado que uno tiene que estar por encima del otro.
¿Qué papel desempeña hoy en día la mujer en televisión?
Generalizar es siempre injusto y peligroso, pero la tendencia es que la situación de la mujer, de nuevo, no avanza con el ritmo lógico que debería. Sobre todo en el ámbito visual, se está retrocediendo al considerar a la mujer un objeto de deseo, a poseer. Pero no un sujeto a respetar y a imitar. Esto es lo que más cuesta que cambie. Hay muchísimas prácticas de seguir considerando y colocando a la mujer en un papel secundario, un papel de uso y no de protagonismo. De no reflejar la realidad. De seguir sobrevalorando lo masculino e infravalorando lo femenino. 
La mujer es un pilar fundamental en la construcción social. Si avanzan las mujeres, avanzan las sociedades. Por lo tanto, esto no es algo que interese solo a las mujeres o que sea 'cosa de mujeres'. Es 'cosa de personas' y de querer que se beneficie todo el mundo. Una sociedad que cuente con todos va a ser siempre mejor que una que cuente con la mitad. 
¿Por qué se está dando este retroceso? ¿Qué debe cambiar para que la situación mejore?
Ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad. Siempre que hay un avance, algunos lo ven como un perjuicio. Esto deriva en que hay una reforma y una contrarreforma. Se consiguen una serie de logros, y aparecen fuerzas que los quieren frenar. Hay un momento en el que se dice: "¿qué más queréis? Tenéis acceso a la universidad, al mundo laboral, podéis entrar y salir, viajar solas, etc. Ya está conseguida la igualdad". Pero no es verdad. Está conseguida sobre el papel, pero no en el imaginario colectivo.
Esto significa que hay que educar en igualdad, a pesar de las resistencias que no quieren una sociedad igualitaria porque consideran que les perjudica. Buscan cualquier tipo de falacia para llevarse el agua a su molino. Se desvirtúa lo que es la lucha feminista, se ridiculiza y desacredita con distintos métodos. No quiero una sociedad mandada solo por mujeres, pero es que tampoco quiero una mandada solo por hombres.
A menudo surge el debate de qué hacer con las burradas que lanzan, entre otros, determinados partidos políticos de extrema derecha. ¿Debemos "informar" sobre ellas o sería mejor no nos hiciéramos eco de nada?
Es complicado porque no creo que haya una fórmula. Hay que ponerlas en el estricto valor que tienen. Depende de quién lo diga y cómo lo diga no hay que hacer caso porque es lo que se busca. Hacer ruido y que ese ruido se oiga. Si el ruido no se amplifica, ahí se queda. Esto ahora con las redes es muy difícil, porque al igual que la tecnología es una herramienta magnífica de conocimiento y de desenmascarar mentiras, al mismo tiempo lo es de instalarlas. Hay que contrarrestar con buena información y datos; y nunca repetir lo que se dice porque entonces sí que les estás dando el espacio que quieren.
Y sobre todo, hay que eludir el enfrentamiento por el enfrentamiento porque ya es bastante grave la cultura del enfrentamiento que se ha generado, y esta especie de perfeccionamiento de la discordia permanente. Es muy nocivo. No se puede estar creando sociedad siempre en negativo. Hay que darle la vuelta. Estamos en un momento complicado para adaptar unas prácticas que se están extendiendo mucho, que calan porque es un caldo de cultivo de una educación muy precaria y educación democrática deficiente. 
Habiendo sido durante tantos años y países corresponsal, ¿con qué problemas se ha encontrado por el hecho de ser mujer?
Me he encontrado con muchísimas más dificultades que si hubiera sido hombre. Para empezar, me costó más años poder llegar a serlo; y [refiriéndose a todas las compañeras] tuvimos y tenemos que demostrar nuestra capacidad permanentemente. Cuando hay un nombramiento de una mujer, por ejemplo, siempre es algo cuestionable. En el caso contrario, no.
También ha dependido del lugar en el que estuviera destinada. No es lo mismo trabajar en China que en Estados Unidos. En países fundamentalistas y tremendamente patriarcales tenía mucha más dificultad para trabajar, para acceder a entrevistas porque muchas veces no querían hablar contigo. Además de la dificultad de no poder entrar en determinados lugares, de verte obligada a vestir de formas precisas y generalmente humillantes para una mujer libre. 
La dificultad se acrecentaba en zonas de riesgo, en los que ser mujer era un riesgo añadido al que corría un compañero varón. En el caso de las mujeres, siempre se sexualiza. Recuerdo que en Centro América me dijeron que a los hombres los matan por lo que hacen por ser periodistas, a las mujeres nos matan por lo que somos, y primero nos violan.
¿Y como ventaja?
Por contra, ha sido una ventaja para poder moverte y entrar en el mundo de las mujeres. En la esfera femenina es donde realmente te enteras de la vida diaria y ves lo que pasa en la sociedad. Te permite entender. En la otra parte, muchas veces te queda con la versión oficial, con lo que se quiere que sepas. En lugares de violencia y abuso extremo contra las mujeres, es más fácil que otra mujer te cuente lo que le ha sucedido. 
Estar en el ámbito femenino te hace darte cuenta de que la mujer está discriminada en todas las culturas, reprimida en muchísimos lugares y oprimida en otros muchísimos. Hay una gradación de la supeditación de la mujer al hombre. 
Por desgracia, usted misma vivió un intento de violación.
Sí, es algo que solo conté para unos libro que escribían unos colegas, no hablé de ello durante muchísimos años. Aquello ocurrió en la antigua Yugoslavia [en 1996], muy al final del conflicto de los Balcanes, cuando ya no había violencia directa. Me parecía tremendo hablar de mí cuando había habido miles de mujeres violadas y asesinadas. Me parecía un insulto el remotamente mencionar que yo hubiera tenido un problema. A mí nadie me obligaba a ir allí. Sabía perfectamente a lo que me arriesgaba. Sin embargo, ellas estaban allí y no se podían marchar.
Lo importante es lo que les pasa a las mujeres que viven allí. La sociedad es la que sufre todo esto y lo sufre muchísimo más que nosotras. Es importante exigir que se proteja a los periodistas y, por tanto, a las mujeres periodistas en el aspecto que signifique una sexualización de los ataques. Lo que se no puede aceptar, como pasó a raíz de las revueltas árabes donde hubo muchos abusos y problemas con compañeras, es decir que "no hay que mandar a periodistas a lugares". No perdona, nos ha costado mucho cubrir todo tipo de información y lo que hay que hacer es exigir responsabilidades. Tener una posición activa para que no suceda. 
Recuerda a comentarios que se escuchan cuando hay casos de violación y abusos sexuales, como si la culpa fuera de la víctima casi por salir de casa.
Es lo que dicen los que empujan el retroceso. Que si "cómo iba vestida" o es que "salió noche". Perdone, ¿a que usted también sale de noche y nadie le pregunta cómo va vestido? ¿Por qué yo tengo que tener miedo? Yo no voy a hacer nada, a mi me lo van a hacer. 
Por último, ¿qué supone para usted este 8M?
El impulso que dio el me too es siempre positivo y todo lo que ha sucedido. De la sentencia de Weinstein a la disculpa con la boca pequeña de Plácido Domingo. Demuestra que no era una cuestión de cuatro locas que no se habían enterado de nada, o unas radicales como querían hacer ver. Es un tema muy profundo, que tiene que ver con un modelo social de abuso y superioridad injusta de un grupo sobre otro. De normalizar lo que no es normal. Hay que seguir alerta y seguir luchando porque hay que seguir avanzando. Hay que impedir que se retroceda.
El único riesgo es banalizar el mensaje. Que a base de repetir la manifestación acabe siendo una costumbre y acabe siendo incorporado casi como una moda. No desvirtuemos el mensaje. Dejemos claro que estamos hablando de derechos y de igualdad de oportunidades. Esta no es una lucha de mujeres para las mujeres. Es muy importante que sea también una lucha de los hombres. Es una lucha social por una mejor sociedad para todos. 
Por
Laura García Higueras
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La última moda: Escuelas sin pantallas antes de secundaria


Los “gurús” de Sillicon Valley mandan a sus hijos a escuelas donde no hay nada digital
Para explicar este título nos hemos de ir a Palo Alto, cerca de Silicon Valley. Estamos en California y andamos cerca de los grandes centros de la Revolución digital: Google, Apple, Amazon, Facebook, etc. Esa revolución que nos ha proporcionado tantos beneficios pero que también nos plantea preguntas acuciantes.

Existen infinidad de soluciones digitales que nos facilitan la vida, que hacen prosperar la industria, que promueven la difusión de la información a lo largo del planeta. Pero en estos procesos comunicativos también caben las noticias falsas (fake news), el espionaje de nuestros datos comerciales, de nuestros gustos y nuestras preferencias políticas. Estamos vertiendo esta información de un modo gratis en los móviles, las tabletas, los ordenadores.
Y la tarea de los creadores de los últimos smartphones y tabletas, su modelo de negocio, es mantenernos el mayor número de horas posibles ante las pantallas. Objetivo: recoger muchos, cientos de miles de datos y crear perfiles de consumidores vendibles y lograr que veamos mucha publicidad. Un ejército de ingenieros se dedica a que no nos aparatemos de las pantallas.
Los adultos tenemos una libertad, una responsabilidad y una madurez que nos permite tomar decisiones sabias y priorizar el trabajo, el descanso, la familia y los amigos. Y lo solemos hacer. A veces no. Los niños y adolescentes  no cuentan con esa madurez, son más vulnerables, más manipulables. Y ellos, sobre todo cuando están solos, pierden de vista lo que les conviene. 
Una de las mejores revistas científicas del mundo en el campo de la salud infantil y juvenil es JAMA Pediatrics. En un artículo de enero de 2019 señala lo siguiente: “Un excesivo tiempo de pantalla puede impedir que la habilidad de los niños se desarrolle óptimamente”. Y los ingenieros, los directivos, los gurús de Silicon Valley lo saben. Y son conscientes de ello: no por haber leído este artículo sino porque ellos mismo están intentando aumentar constantemente el tiempo que los usuarios dedican su atención a las pantallas en detrimento de otras prioridades humanas: aprendizaje, familia, trabajo, el ocio que nos recupera del estrés.
Estas grandes compañías están avisadas pues parte de la población ya sabe que su negocio está en hipnotizar nuestras vidas. Y los usuarios se han manifestado para llamarles la atención, entre ellos sus propios inversores. Dos grandes inversores, Jana y  CalSTRS, propietarios de 2000 millones en acciones de Apple, en una carta abierta, recomendaron a esta compañía tomar decisiones para evitar la adicción de los más jóvenes a móviles y tabletas. Apple reaccionó. 
Google y Apple están respondiendo a estas demandas con aplicaciones que invitan a limitar el excesivo uso de pantallas a los más jóvenes. La razón científica es simple: este interminable consumo de smartphones puede provocar la adicción de un menor. Y la adicción es sinónimo de perder el mundo de vista y perder el interés por la vida diaria más humana.
Un resultado es la caída de la atención de estos niños y adolescentes. Solo prestan atención a lo más brillante, trepidante, espectacular. La vida de cada día se torna, entonces, gris y monótona. Por ejemplo la escuela. Hay que investigar mucho más: pero la duración de la atención de los más pequeños está disminuyendo. Los niños, cuando deben estar escuchando los cuentos de la maestra, base de la lectura y la escritura; cuando deben estar construyendo su saber jugando a contar garbanzos para dar los primeros pasos en cálculo; cuando deben forjar su afán explorador  en la progresiva observación de la naturaleza; entonces se ven arrastrados en móviles y tabletas hacia fantasías mucho más sugestivas y menos educativas.
De este modo va creciendo el consenso, consecuentemente, que la educación, antes de secundaria, no está en las pantallas que pueden ser adictivas. Y eso lo saben los más altos responsables de Silicon Valley en la intimidad de su corazón y, consecuentemente, mandan a sus hijos a la cercana escuela Waldorf of the Peninsula en Palo Alto. Escuela carísima que alardea de ofrecer el mundo más natural y real sin el rastro de nada digital antes de secundaria: tizas, libros impresos, lápices, huertos, papeles, tijeras romas, pinturas. Un mundo que promueve la atención ante lo lento, la concentración ante lo valioso, el gusto artesano por producir una caligrafía esmerada: sosiego y aprendizaje.
Cuando los móviles invaden los hogares  y las tabletas invaden las escuelas de medio mundo, las clases altas de Silicon Valley, y también las clases altas de otros rincones de Occidente, protegen a sus hijos de las limitadoras pantallas en las mejores escuelas. Steve Jobs (Apple) y Bill Gates (Microsoft) ya empezaron a limitar las pantallas a sus hijos hace unos años.
Tomemos nota: lo más elegante, lo más cool y glamuroso es no estar, ni padres ni hijos, enganchados a los móviles y las tabletas. Las clases más sencillas, fascinadas por la última novedad, se suman a la última invención y exhiben, padres e hijos, móviles grandes que se confunden con tabletas pequeñas.  Los hijos de las clases más altas, cultas e informadas, prosperan cerca de la realidad más auténtica y original.


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