Desde este blog
sostenemos que “debe utilizarse la televisión como un electrodoméstico más”, sólo
cuando se quiera ver algún programa, y luego mantenerlo apagado ¿Qué inconvenientes
puede traer a la alimentación? En este sentido ¿Qué rol puede jugar la
publicidad?
Esta costumbre
favorece la elección de alimentos menos saludables y la ingesta de mayores
cantidades
Utilizar la tele como aliado para lograr que niños y
adolescentes coman no es buena idea. Es un recurso tramposo que reduce la
alimentación a un papel secundario y fomenta hábitos poco saludables. Un
estudio de la Universidad de Illinois (EE.UU.) asegura que la ingesta ante la
pequeña pantalla, en el sofá del salón o en la mesa, favorece el incremento de
la cantidad de comida y la reducción de su calidad.
Descontrol de
cantidad y calidad
El momento de desayunar, comer, merendar y cenar puede
resultar difícil, provocar estrés e, incluso, motivar peleas familiares. A
menudo, estas situaciones son inevitables porque, como en toda adquisición de
buenos hábitos, a comer se enseña y se aprende, una tarea que no es fácil.
Comer bien, sano, es consecuencia de una buena educación y de cumplir con una
serie de normas. Desterrar la tele es una. Y a tenor de las últimas
investigaciones, una de las más básicas.
Uno de los perjuicios es el descontrol. Éste se evidencia en
un estudio firmado por Brian Wansink, doctor del Departamento de Marketing y
Ciencia Nutricional de la Universidad de Illinois (EE.UU.). En él, se analizan
los factores ambientales que animan a un incremento de la cantidad de comida y
definen el tipo de alimento. La evidencia científica asegura que tener la
costumbre de comer delante de la televisión, se haga en un sofá o en una silla,
en la cocina o en la sala, conduce a la elección de alimentos menos saludables
y a la ingesta de mayores cantidades.
El experto incide en que alimentarse de manera inconsciente,
mientras se presta poca atención y poco gusto por la actividad en sí, lleva a
los adultos, niños y adolescentes a comer más y peor. En conclusión: es más
sano y más sabroso no compatibilizar la comida con la televisión. Alimentarse
es algo serio a lo que conviene prestar toda la atención.
La publicidad influye
Al peligro de ahondar en el sedentarismo si se tiene el mal
hábito de ver durante muchas horas la televisión, se suma el riesgo de
convertirse en un objetivo fácil para la publicidad, que se revela insana.
EROSKI CONSUMER analizó desde un punto de vista dietético 6.300 anuncios
emitidos en 12 cadenas de televisión y concluyó que los spots dirigidos al
público infantil fomentan el consumo de productos que propician la obesidad.
De la publicidad que pueden ver los niños y adolescentes
mientras comen y miran la tele, según se desprende del citado estudio, casi la
mitad de los anuncios relacionados con alimentos no se pueden incluir en una
dieta saludable. Es más, "predominan los anuncios de productos con
demasiados azúcares y grasas, mientras que brillan por su ausencia los de
verduras y frutas". En consecuencia, a los jóvenes televidentes les llega
una información incoherente con los mensajes que el adulto, quien le procura la
comida, le quiere transmitir. No considera atractiva la comida que tiene en el
plato.
La publicidad que pueden ver los menores mientras comen y
miran la tele agrupa alimentos que no pueden incluirse en una dieta saludable. Juan
Madrid, experto especialista en endocrinología y nutrición del hospital Virgen
de la Arrixaca de Murcia, publicó un libro titulado "Conoce la verdad de
los alimentos anunciados en TV, tú puedes". El manual evidencia que, en
ocasiones, las personas se dejan influenciar demasiado por los anuncios
televisivos, que se venden muchos alimentos con promesas de una vida más sana y
feliz si se consumen o que ayudarán a adelgazar o a tener más energía.
La influencia de los mensajes publicitarios sobre el público
infantil es indiscutible y, por ello, desde la Asociación Española
en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y la Bulimia (ADANER), se ha
solicitado que la retransmisión de anuncios de adelgazantes o intervenciones de
cirugía estética se prohíban durante la ventana de protección al menor (entre
las seis de la mañana y las diez de la noche).
La iniciativa, que en el trámite parlamentario cuenta con el
apoyo mayoritario de la Cámara, persigue que los menores no se expongan a
mensajes que inciten al rechazo de la autoimagen, la marginación social por la
condición física o el éxito por factores de peso o estética.
Fomenta el
sedentarismo
Comer es una actividad necesaria, gratificante y primaria.
Supeditarla a hacerlo delante de la televisión la reduce a una acción
secundaria y accidental. Lleva a tomar distancia con la alimentación y a perder
conciencia de su importancia. Es comprensible e inevitable que, en ocasiones,
los padres se ayuden de la televisión -o de un reproductor de imágenes- para
lograr que los hijos coman, que premien un buen comportamiento y permitan ver
los dibujos durante la cena o que dejen a los niños delante de la tele para que
los adultos puedan disfrutar de una comida.
Estas actuaciones son naturales. Pero hay que estar alerta y
ser conscientes de que comer y ver la tele a la vez es un mal hábito, una mala
costumbre. Lo es, entre otras razones ya citadas, porque comer no es una
actividad lúdica para momentos de ocio. Si se contempla así, se establece como
hábito pasivo: "me dejo alimentar sin prestar atención a qué hago porque
mi interés está ajeno a ese acto", "no interactúo en un proceso
importante como es mi nutrición".
En definitiva, aunque en principio ayudarse de la tele para
introducir alimentos en la boca o en la dieta pueda parecer más fácil, a la
postre es un truco que esclaviza y los malos hábitos son muy difíciles de
erradicar.
Por MAITE ZUDAIRE
En Revista Consumer