Es importante que
los niños y jóvenes aprendan la diferencia entre estar en la calle, estar en la
escuela y estar frente a una pantalla. Cada uno de estos contextos es diferente
y los niños tiene que aprender a distinguir cómo comportarse, cómo hablar e interactuar
en cada uno de ellos; los adultos les vamos enseñando a ajustar su forma de
comportarse y relacionarse con los otros en cada lugar.
En esta “nueva
normalidad” que hemos construido y en la que hemos quedado atrapados por las
pantallas, éstas han llegado a las escuelas en forma de edutainment,
una educación que entretiene, como ver videos durante el día escolar. Se sabe
que cuando los niños juegan videojuegos o ven videos de Youtube,
sus niveles de dopamina se elevan. Justo de eso se trata: de divertirse, de
pasarla bien mientras uno juega videojuegos o ve videos; y esos niveles de
dopamina pueden durar una hora o más. Enseñar a los niños bajo esa condición de
altos niveles de dopamina es sumamente difícil puesto que algunas veces,
francamente, el aprendizaje no es divertido, no siempre trae placer. El
aprendizaje puede representar una confrontación de problemas y exige un
esfuerzo.
Un estudio reciente
y extenso sobre hábitos de aprendizaje sugiere que hay una relación casi
directa entre el aumento del uso de pantallas y la disminución de las
habilidades para resolver problemas, la disminución de las habilidades sociales
y la disminución de la determinación para afrontar adversidades.
Esto es algo que
realmente me preocupa, que la determinación o la adaptabilidad disminuyan,
porque son algo que hoy se necesita para tener éxito en el mundo. Esa
determinación se necesita, en gran medida, para ser trabajador independiente (freelancer),
empresario o trabajador basado en proyectos. Lo que dice este estudio es que
tener determinación, capacidad para resolver problemas o para permanecer en
algo está siendo afectado por el aumento en el uso de pantallas. Esto es una
señal importante en la cual debemos pensar seriamente.
El estudio habla
también sobre la marcada relación que hay entre hiperactividad y falta de
atención, por un lado, con el uso de pantallas, por el otro. Los niños
diagnosticados con trastorno de déficit de atención, en realidad, no tienen un
déficit de atención, al contrario: tienen un exceso de atención, pero también
tienen dificultades para enfocar su atención priorizando lo que el ambiente les
está pidiendo. ¿Cómo ayudar al niño a saber priorizar sus focos de atención? De
modo que el niño pueda hacer lo que de él se espera en el momento en que
debería hacerlo, partiendo de que todos tenemos características individuales.
Lo que este estudio sugiere es que el uso de pantallas tiene un efecto
dramático en la capacidad de estos niños para priorizar sus focos de atención.
Relaciono esto con otro estudio que realicé con otra colega en que vimos que
cuando a los niños en esta condición de dificultad de enfocar su atención según
la demanda externa, se les retira de las pantallas, cuando se baja la cantidad
de actividades en que se les involucra o se les reduce la cantidad de imágenes
que se les pide absorber (vengan de una pantalla o no), entonces son niños a
los que les puede enseñar, contactar y hacen más o menos lo que de ellos se
espera.
Los niños que
presentan una tendencia hacia la actividad o hacia la ensoñación, expuestos a
las pantallas en exceso o a una vida demasiado agitada, pueden sufrir una
alteración en esa tendencia de tal forma que se manifieste como un trastorno.
Bajar la velocidad al ritmo cotidiano, incluyendo retirar las pantallas, y
rodear al niño de imágenes bellas, verdaderas permite al niño transformar su
‘tendencia potencial a ser trastorno’ en su mayor don: su hiperactividad se
manifiesta en el momento apropiado para ser líderes, para ser los niños que
hacen que las cosas sucedan. Eso mismo que les estaba causando problemas se
convierte en su genialidad.
La pregunta es:
¿Qué les aportan a los niños los dispositivos? Pienso que no mucho. En lugar de
ver como una debilidad su incapacidad para integrar todos esos estímulos,
veámosla como una señal en el camino de lo que estamos haciendo. No pedirles
algo que de todas maneras no les aporta nada, dejarlos experimentar el silencio
y el aburrimiento sí les abre el camino a su genialidad, a hacer lo que han
venido a hacer al mundo, de manera efectiva; no de manera frenética.
Kim John Payne
Fuente
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