Al hablar de
la influencia que ejerce el medio televisivo en los niños, cabe señalar que la
actividad del niño receptor frente a la televisión trasciende del momento de
estar frente a la
pantalla. Esto es, no concluye al acabar un programa o al
apagar el televisor. La construcción de asociaciones y la producción de significados
a partir de los mensajes de la programación se extienden a otras situaciones de
la vida del niño.
El niño no
solamente es un receptor de la televisión; es un hijo de familia, un alumno en
el salón de clase y un compañero de juego de otros niños. En todas estas
situaciones y ante diferentes agentes sociales, el niño trae, intercambia, produce
y reproduce distintas significaciones.
Frente al
televisor el niño está además físicamente activo. Su actividad física varía,
desde comer, jugar con los objetos a su alcance, hacer la tarea, hasta platicar
con las personas que le rodean. Así mientras el niño atiende a la pantalla,
está simultáneamente envuelto en varias acciones que demandan su atención y en múltiples
procesos de comunicación. En cuanto receptor activo de la televisión, el niño es un aprendiz, constante. Aprende de todos los tipos de programas, tanto
de los infantiles como de aquellos que están dirigidos al telespectador adulto.
En muchos
hogares, la televisión forma parte del lenguaje cotidiano y contribuye,
directamente, a construir la realidad que el niño desarrolla en el tiempo y
bajo ciertas condiciones sociales. Este proceso de construcción social de la realidad
es fruto de la interacción y supone
plantear una cierta noción de competencia,
que se define en el niño
como una forma de conocimiento
mediático. Como señala
Bartolomé Crespo: ''Los niños aprenden la
realidad televisiva de distinta manera que los adultos ya que están muy
influenciados por su estado de evolución cognitiva". Orozco señala que:
En el proceso de
televidencia la audiencia no asume necesariamente un papel de receptor pasivo.
La actividad de la audiencia se lleva a cabo de distintas maneras. Mentalmente,
los miembros de la audiencia frente al televisor se "enrolan" en una
secuencia interactiva que implica diversos grados de involucramiento y procesamiento del contenido televisivo.
Esta secuencia arranca con la atención, pasa por la comprensión, la selección,
la valoración de lo percibido, su almacenamiento e integración con
informaciones anteriores y, finalmente, se realiza una apropiación y una
producción de sentido.
El hecho de
que la televisión se introduzca en los hogares y pase a formar parte importante
del entorno cotidiano de las familias se derivan efectos de carácter
sociocultural que han sido sintetizados por Román Gubern:
l. El carácter gratuito del espectáculo como
generador de una audiencia poco selectiva, masiva y heterogénea.
2. El carácter familiar
de la televisión como mecanismo restrictivo de las informaciones o espectáculos
difundidos por este medio.
3. La utilización del
televisor como centro en torno al cual se organiza la vida familiar.
4. Su carácter hogareño y gratuito como
determinantes del hecho de que la televisión se haya convertido en el medio
dominante en la ocupación del tiempo de ocio.
5. Su fomento del
sedentarismo doméstico.
6. Su fuerte poder de
adicción.
De lo
señalado anteriormente, cabe señalar que el tema de la televisión es motivo de
preocupación por diferentes razones:
• Por el dirigismo que
ostenta en numerosos aspectos, ya sean éticos, morales, sociales, económicos o
incluso ideológicos.
• Porque contribuye a crear
falsas necesidades y fomenta el consumismo,
sobre todo en los más jóvenes.
• Por el sensacionalismo y
frivolidad con que se tratan muchos temas considerados relevantes.
• Y porque, en cierta medida,
distorsiona la convivencia familiar si no se sabe utilizar adecuadamente.
La familia
está unida en torno a la televisión durante sus horas de ocio, pero esta unión
es casi exclusivamente física, ya que la televisión disminuye o anula la
comunicación entre sus diferentes miembros.
Por lo que,
en los últimos años estamos asistiendo a un alarmante incremento del fenómeno
de «abuso televisivo, y cabe señalar que la dependencia de la pequeña pantalla,
resulta mucho más peligrosa en el caso de los niños, puesto que los más
pequeños suelen mirar la televisión en una actitud pasiva que favorece su
vinculación con la imagen, en una etapa de la vida en la que hay una inmadurez
en el desarrollo intelectual y afectivo.
Como refiere
Palmer :
Si uno observa
a los niños, advierte que son básicamente manipuladores del aparato. Disfrutan
encendiéndolo y jugando con él, demuestran
confianza y una habilidad notable para
manejarlo y encontrar los programas que les interesan, pero rara vez lo apagan.
La televisión es el foco de
los juegos, del entretenimiento y la actividad.
Palmer
destaca la importancia de la televisión en la vida del niño, precisa mente
como mediadora de la realidad y la ilusión y como un recurso esencial de sus
actividades.
Ander-Egg señala
que:
La televisión es
considerada como el medio de mayor incidencia dentro del proceso de
socialización. No cabe duda de que los niños aprenden de la televisión: ésta
suministra información, presenta modelos de conducta, transmite formas de ser,
ofrece valores e ideales, promueve gustos, modas y costumbres.
Refiriéndonos
a la influencia que ejerce la televisión en los niños, como conclusiones más
significativas cabe destacar las realizadas por Ander-Egg y otros, que, después
de haber estudiado este problema en diversos países, señalan cuatro aspectos en
los que la televisión influye fuertemente en la configuración de la personalidad
de los niños.
Según Ander-Egg,
la televisión hace a los niños:
• Más pasivos.
• Menos comunicativos.
• Menos sensibles.
• Más consumistas.
Por lo que,
la televisión es un medio que ejerce una fuerte atracción en la mente del niño.
Aprende de todos los tipos de programas, tanto de los infantiles como de
aquellos que están dirigidos al telespectador adulto. De la televisión el niño
aprende información, conceptos, actitudes, conductas, valores y significados, y
muchas veces aprende más de que lo que no se busca que aprenda, que de aquello
que se le quiere enseñar.
Otro factor
que hay que destacar es, como se acaba de aludir, el consumismo que genera la televisión. En
efecto, como señala Ander-Egg:
Los niños no son sólo tratados «Como futuros consumidores,
sino también como acicates para incitar u obligar a sus padres a entrar en los
salones de venta'', y para comprar determinados productos, especialmente
«Cosas, que, según la televisión, hacen felices a los niños. El niño no sólo
asedia constantemente a su padre con sus ansias insaciables de consumir esto o
aquello, porque lo anuncia la tele, sino que llega al extremo realmente
enfermizo de decir simplemente: «Papá, cómprame algo". Es el consumidor
perfecto, interesado ya no por determinado producto, sino por el hecho de
consumir en sí mismo.
Extraído de
LAURA PERLADO EKMAN y
MARÍA LUISA SEVILLANO GARCÍA. La influencia de la televisión en los niños. Enseñanza, 21, 2003, 163-178.
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